El antes y después de un ariqueño que le explotó una mina antipersonal
Fernando Romero tuvo un accidente con un explosivo, desde entonces su vida cambió. Hoy vive con su única hermana, quien asumió su cuidado, sabiendo que no volvería a ser el mismo por el resto de su vida.
Hace 37 años, a la familia Romero le cambió la vida. Fernando Romero tenía 18 años cuando, al igual que cae un castillo de naipes, su cuerpo cayó al suelo, a causa de un artefacto explosivo.
Perdió parte de su pie derecho (empeine y sus dedos), pero no perdió su vida.
Hoy sigue en pie de lucha. Es una de las víctimas de minas antipersonales catastradas en la región de Arica y Parinacota.
Según su hermana, Lurdes Romero, Fernando recuerda muy poco de ese momento. Asegura que después del estallido, él fue traslado al Hospital Regional, donde se contactaron con sus familiares para informarles lo ocurrido.
Historia
En 1979, Lurdes Romero recibió la noticia de que su hermano estaba hospitalizado hace una semana debido a un accidente, según comentó, su única hermana. Ellos sabían que Fernando tenía lapsos en los que desaparecía, porque le gustaba caminar. "Él caminaba mucho, a veces se nos desaparecía por días, en ese entonces, para esos años, no sabíamos qué era. Hoy, y a raíz de los avances de la tecnología y medicina, creemos que él ya estaba mostrando trastornos mentales crónicos", dijo su hermana.
Tal como ella contó, él no recuerda mucho. Fernando es una persona retraída y debido a su actual diagnóstico de un desorden psiquiátrico, no es muy comunicativo. Mirando hacia un punto fijo, él escuchó como Lurdes, su hermana mayor, contaba la historia de su vida.
"Él ha contado que lo único que se acuerda es que iba caminando, se le hizo de noche y cayó al piso. Después despertó en el hospital. Estaba cerca de la frontera, ahí tuvo el accidente con una mina antipersonal", contó la mujer.
Fue una patrulla militar la que encontró a su hermano menor tendido en el suelo y lo trasladó al hospital regional.
Había pasado una semana desde el accidente y desde el hospital -en esos años- tomaron contacto con la familia. "En ese tiempo estaban mis padres vivos. Él tenía 18 años, así que apenas se enteraron, mis padres fueron al hospital. Yo también, ahí nos explicaron lo sucedido y que le habían operado el pie", contó Lurdes.
Cambio de vida
Antes del accidente, Fernando hacía su vida normal, era un joven que estudiaba y trabajaba, pero luego de lo ocurrido, todo cambió para él y su familia. "Comenzamos a visitar a los médicos, el tratamiento de recuperación fue largo y comenzamos a golpear puertas para activar las redes de salud", afirmó su hermana, en la casa donde actualmente vive Fernando.
Desde que sus padres fallecieron, Lurdes se hizo cargo de su hermano menor, pese a que ella ya tenia su familia formada, vivía con su esposo y sus 5 hijos. "Mi esposo me apoyó en la decisión, él es mi único hermano y yo soy la mayor, tenía el deber y responsabilidad de hacerlo y lo volvería hacer una y otra vez" dijo.
Redes de apoyo
Pese a que para Lurdes el responsabilizarse de su hermano que quedó en situación de discapacidad y a quien se le ha diagnosticado una enfermedad de salud mental, no es una carga, reconoce que faltan espacios de inclusión, donde el Estado colabore con las familias que viven con personas en esta situación. Igualmente aseguró que ha tocado varias puertas para buscar una manera de mejorar la calidad de vida de su hermano. En cuanto al proyecto de Ley para personas afectadas por minas antipersonales afirmó que el año pasado encuestaron y entrevistaron a la familia para considerarlos como afectados, pero aún no ha tenido noticias del avance que esta tiene en el Congreso. "Estamos a la espera de que el proyecto avance".