A partir de la encuesta CERC- Mori dada a conocer recientemente, en la que se afirma que un 84% de los chilenos no confía en sus compatriotas y que el 56% de los encuestados sabe de alguien que ha utilizado una licencia médica para no ir a trabajar, creemos que son cifras alarmantes que dejan en evidencia la crisis de credibilidad que está afectando a nuestra sociedad.
Pero no solo eso, además, deja en evidencia la falta de claridad de la gente en cuanto a la gravedad de emitir o recibir licencias médicas fraudulentas. Esto en parte se atribuye a que los chilenos perciben esta acción sólo como una falta y no como lo que es: un delito, que conlleva por ley penas privativas de libertad que van desde los 541 días a los tres años de cárcel, y multas por más de 2 millones y medio de pesos.
A pesar de ser una práctica poco visible, el mal uso de este instrumento afecta negativamente tanto a empleadores como empleados y puede derivar a la emisión de una mayor cantidad de licencias de trabajadores que sí presentan deterioro en su salud y deben por derecho recuperarla.
A cuatro años de la promulgación de la ley 20.585 sobre otorgamiento y uso de licencias médicas, se evidencia el desconocimiento que existe aún entre los chilenos del poder de este instrumento y de las facultades legítimas que tienen para denunciar malas prácticas ligadas a éste. El mal uso de las licencias médicas es considerado un delito, lo cual implica multas y penas tanto para el paciente como para el médico quien las emite o vende.
Es necesario un trabajo en conjunto a nivel público y privado para que este instrumento se consagre únicamente como la manera para recuperar la salud de las personas realmente enfermas, para contribuir así a la disminución de los costos en salud, en el alza en los precios, en las demoras en la tramitación y pago de las licencias médicas.
Creemos que tener conocimiento de una conducta ética y legalmente reprochable de algún cercano, tal como lo esgrime la encuesta, puede justificar la fragilidad en las confianzas, pero también traer consigo repercusiones negativas a nivel personal, interpersonal y también a nivel colectivo.
"Envidia sana"
En más de alguna oportunidad, he podido escuchar la expresión "Siento una sana envidia por...". La sana envidia no existe. La envidia ha sido, es y será lo que es, por mucho que la disfracemos y acompañemos con otros adjetivos.
Si por envidia se han derribado imperios, se han derrocado gobiernos y destruido familias ¿cómo podemos decir que es sana?.
Rodrigo Varela
Jorge Valenzuela Araya