Triunfo con sabor a empate
De respetarse la voluntad democrática en el Perú, por muy estrecho que haya sido el triunfo presidencial del casi octogenario economista y empresario Pedro Pablo Kuczynski, podría presagiarse algunas brisas de cambio que favorezcan al país inca, lo que influenciaría en cierta bonanza económica demandada a gritos por la ciudadanía peruana...
Sin embargo, la estrecha diferencia y la forma en que se obtuvo la ventaja sobre la representante del fujimorismo, no garantiza estabilidad para la gobernabilidad del mandatario electo y de su futuro gabinete, menos aún en el cumplimiento de su agenda política, económica y social debido al endeble respaldo congresal...
Complejo panorama, toda vez que un grueso porcentaje de la votación que fue determinante para la elección de PPK proviene de canteras izquierdistas y progresistas, que nada tienen que ver con el plan de gobierno propuesto por el líder derechista y que, por lo tanto, no apoyarán durante su período presidencial...
Promover la modernización de una nación que todavía circula por senderos republicanos, con empedrados folclóricos y ribetes vernáculos, donde el entreguismo se ha hecho carne en las castas políticas de todo pelaje, donde la informalidad financiera y productiva es pan de cada día y donde, además, la corrupción se encuentra enquistada en las altas y bajas esferas de poder, es a -todas luces- una misión casi imposible si no se logra cambiar la mentalidad de una población que no ha aprendido que la democracia es un instrumento para el desarrollo y el progreso y no una arma para la extorsión, obstrucción y chantaje, manipulada por oportunistas y arribistas...
Consensuar, concertar y negociar, serán los términos que tanto gobernantes como gobernados deberán utilizar en los siguientes cinco años que durará el nuevo gobierno que empezará el próximo 28 de julio en el Perú, que de gobernar a espaldas del volátil electorado que lo encumbró al poder en la actual coyuntura, se podrá ver enfrentado a una latente convulsión laboral, política y social...
Porque cuando el triunfo tiene sabor a empate (con una diferencia de 41.438 votos y una separación de 0,242%), no amerita ser celebrado con soberbia exitista, sino que demanda el compromiso de trabajar con altura de miras, con vocación de servicio público y con humildad política, elementos esenciales que solo se encuentran en la experiencia y la sabiduría de vida y no en fallidas fórmulas ideológicas o tecnócratas...
Luis Mendoza Cordero