Los recientes resultados del Indice de Calidad de Vida Urbana, elaborado por el Núcleo de Estudios Metropolitanos de Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica (PUC) y la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), muestran que Arica ha experimentado un retroceso respecto a los análisis realizados en los últimos años. Nuestra ciudad se ubicó en el lugar 76 de un listado que se elabora tomando en cuenta 93 comunas del país con más de 50 mil habitantes. Este resultado representa un descenso de cuatro posiciones respecto a la última medición.

Entre los factores que más influyeron en esta baja en la calidad de vida urbana están las Condiciones Laborales junto a Vivienda y Entorno. La primera de las categorías muestra a una ciudad muy por debajo del promedio nacional. De hecho, es la peor comuna del país en esta dimensión.

A pesar que la región mantiene un buen comportamiento en sus índices de empleabilidad, estas condiciones laborales están dadas por factores definidos en el estudio como el Ingreso promedio de los hogares, Porcentaje de Afiliados al Sistema Previsional, además de personas ocupadas contratadas, ocupados con jornadas mayores a las 45 horas, percepción de satisfacción con el empleo y costo de la vida.

En el caso de la dimensión Vivienda y Entorno, hay variables que son desafíos de larga data para la ciudad, como el déficit de metros cuadrados de áreas verdes por habitante, la presencia de perros callejeros y el abandono de mascotas y el hacinamiento, entre otros.

No es el objetivo de este análisis el estigmatizar o clasificar a las ciudades del país, sino más bien como se expresa desde la Cámara Chilena de la Construcción en Arica, "evitar que aumente la desigualdad de calidad de vida urbana. Se explica así que el mayor aporte de este análisis es identificar con claridad "cuáles son los aspectos deficitarios de las comunas y, por ende, dónde hay que concentrar los esfuerzos público-privados para revertirlos".

Las autoridades nuevamente cuentan con un diagnóstico para continuar el trabajo por el desarrollo de nuestra ciudad, que claramente presenta estas debilidades.

La calidad de la educación superior está en el centro de la reforma en la educación superior. Por un lado, la calidad aparece como eje organizacional, ya que la propuesta de reforma contempla la creación de una nueva Comisión de Acreditación, junto con una Superintendencia y una Subsecretaría de educación superior. En esta dimensión, creo que también se debe fortalecer el importante rol que juega el Consejo de Rectores, posiblemente realizándole algunas actualizaciones en la dirección de explicitar los estándares públicos que cumplen las universidades que lo integran, los cuales también justifican los recursos estatales que estas instituciones reciben.

Por otro lado, la calidad también define gran parte del concepto de la reforma, en la medida que la educación superior es ahora considerada como bien público, el cual es de provisión mixta, pero se garantiza como derecho social. Así, el aseguramiento de la calidad se vuelve un imperativo fundamental para un sistema que adquiere tal compromiso social y cuyos proveedores son heterogéneos. En este contexto, la calidad de todo el sistema debe estructurarse sobre universidades estatales del mejor nivel, que se constituyan en un referente.

Está pendiente la actualización de las pautas de acreditación (que en general provienen del año 2003). Se debe considerar la necesaria obligatoriedad del sistema de acreditación, junto con establecer un control del plan de mejoramiento institucional comprometido con cada nueva acreditación e implementar indicadores objetivos que incorporen buenas prácticas y parámetros de calidad académica aplicables a todas las universidades.

Cabe revisar también el uso de los años de acreditación como medida de calidad, porque confunde a la opinión pública. El concepto mismo de calidad no debe ser confuso; consiste en valores claros y no ambiguos, como unidades académicas con recursos humanos suficientes y calificados, investigación universal y aplicada, estudiantes que progresan en sus programas y se comprometen con sus regiones y su país.