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En la madriguera del "oso" más regalón de Chile

Los creadores del sorprendente cortometraje "Historia de un oso" ya tienen el primer Oscar para nuestro país y la película clara: de que se puede, se puede. Y así lo dejaron registrado en una reciente visita a Valparaíso.
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"Perdone", balbucea una llamativa universitaria de gafas estilo Camila Vallejo que acaba de saltar de su asiento. Junto a ella, otra joven se lanza a la emboscada casi en estado de trance. "Me firma esto", ruega tiritón un veinteañero de barba.

Ahora más estudiantes rodean a dos jóvenes que, a simple vista, poco y nada se diferencian de ellos, pese a llevarles algunos años, mientras las 'selfies' arrecian en un incontrolable tsunami de flashes.

Esto es lo que ocasiona hoy por hoy, como cuando fueron recibidos triunfantes en La Moneda en marzo pasado, Gabriel Osorio y Patricio Escala, tipos hechos desde lo académico-empírico y que a pulso lograron que la fama les cayera encima. Y que, pese a todo el aparataje mediático suscitado, a corta distancia, lucen tal cual se proyectan: sencillos.

En una película, si te la cargaste al hombro, parte del trabajo es remar más allá del estreno. Y en eso coinciden quienes alguna vez han formado parte de la industria cinéfila. Hacer notas con la prensa, ir a una avant-premiere, al evento social de turno, las conferencias, como en este caso la aquí concitada para los alumnos de periodismo en el Salón de Honor de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Porque es muy difícil competir con el despliegue y el dinero de las grandes producciones de Hollywood. Entonces, como bien diría el Robert De Niro de los argentinos, el actor Ricardo Darín: "A nosotros no nos queda otra que tratar de compensar la falta de presupuesto para promoción con comunicación directa". O sea: poner el cuerpo.

Y así también lo entienden -y lo han hecho- los creadores del cortometraje chileno que ha revolucionado la manera de hacer animación, no sólo en el cono sur. 'Historia de un Oso', el orgullo chileno más allá de nuestro, dijo el patudo, primer Oscar: 11 minutos de pura sensibilidad en estado catártico. 11 minutos de resumir una época del nunca más. 11 minutos para que Pixar (mega fábrica de éxitos animados) quede marcando ocupado y con la interrogante del porte de una tonelada de billetes verdes.

Para que se haga una idea: el costo total de producción de "Historia de un oso" no superó los 40 mil dólares. Eso equivale a un segundo de cualquier película animada del estudio Pixar (Disney).

En la filosófica, no somos otra cosa que recuerdos. Sin memoria, no hay identidad, se anula la personalidad y hasta nos convertimos en autómatas. Quizás por eso Gabriel Osorio, el hombre tras la dirección y el guión original, el docente de 32 años de la Universidad de Las Américas, licenciado en Artes Plásticas de la Universidad de Chile y con cara de eterno estudiante, desde pequeño acostumbró a hacer las cosas a su manera. Y en su estilo. Tal vez influenciado por las voraces lecturas a sus cómics sagrados.

Incluso cuando, junto al productor y yunta Pato Escala (33 años, criado en Talcahuano y vecindado en Santiago desde 2007) apostaran por su estudio de animación PunkRobot, simplemente porque "nos encantan los robots, y en nuestra juventud nuestra influencia musical era el punk", profundiza Osorio, quien se criara en las populosas calles capitalinas de la Quinta Normal, junto a su hermana, un puñado de amigos ("contados con una mano") y siempre, bajo el brazo, la inseparable croquera.

El vuelco de chico común al estrellato viene de 2010, cuando la inventiva se plasmó en lápiz, y de la hoja al rodaje. "La historia en sí trata de un oso que a través de unas marionetas mecánicas, cuenta la historia de su vida", es su manera sintáctica de ver el corto.

Pero cuando se lo indaga por la esencia, hila fino, hasta la médula familiar. "La influencia en todo esto es de mi abuelo", dice con la mirada fija, en un espacio que hace para La Estrella antes de retornar a Santiago para seguir poniendo pecho a esto de "las giras".

Que sea una metáfora, y a partir de ella desarrollar una interpretación de la vida de su abuelo -y no una historia literal- es lo que a su juicio generó la idea plasmada en un guión a la fibra.

"Haber crecido sin él fue algo que siempre me quedó dando vuelta. La verdad no guardo rencor, es añoranza. Cuando yo nací ya estaba la dictadura, no es algo que conocí en carne propia como mi abuelo".

Y aquel abuelo suyo, Leopoldo Osorio, quien tras el golpe fue encarcelado por dos años, para luego viajar a México y exiliarse en Inglaterra, donde formó una nueva familia, "claro que traza un símil con el viejo oso del corto", añade Osorio. Ese oso que sale todos los días desde su deshabitado hogar a tocar un organillo con un teatro de títeres de hojalata: la historia de su familia, que vivía feliz hasta que un circo se lo llevó, alejándolo de su esposa e hijo.

Hollywood a la vista

Por eso mismo la admiración del mundo. En reconocer una historia humana en un formato de animación de pocos minutos. Y de allí a los premios. Al Oscar del 28 de febrero de 2016.

"Haber sido nominados, para nosotros ya era increíble, porque había un montón de realizadores, a los cuales admirábamos mucho", recuerda Gabriel Osorio. Y no sólo eso: los chicos del barrio peleando contra los otros, la pandilla dominante. "Fue intimidante para nosotros entrar allí, competir de igual a igual…de todas maneras, increíble. Algo así como David contra súper Goliat".

Para aquél niño que le fascinaba dibujar a carboncillo y deslumbrarse por artistas clásicos de la talla de un Goya o Rembrandt, al igual que la novela gráfica y las películas de Mark Osborne, como nos confiesa, estar en la gala más famosa del planeta, los 88 Premios Oscar, fue un sueño… de no despertar.

"Cuando vimos a Rocky (Silvester Stallone), no podíamos evitarlo, fuimos no más a la foto. Filo… ¡es Rocky!" Y así se la pasaron esa memorable noche. A tiro de famosos, y ellos, los chicos del oso, que todavía no vislumbraban lo que se les vendría en unos instantes más.

"Conocer a otros directores, dimensionar a Richard Williams, el animador que ya había ganado un Oscar. ¡Al director de Pixar!, eso es impagable". Y entre las mesas, porque hasta en esos los gringos son perfeccionistas: "Si un invitado se paraba del asiento, allí aparecía a sentarse un tipo contratado para ocupar el lugar. Todo debía verse impecable, lleno", recuerda.

"Nosotros antes de la premiación estuvimos durante dos semanas en Los Ángeles para acercarnos a las productoras, mostrarles nuestro trabajo", acota Osorio.

En esta especie de noviciado, se percataron que en Estados Unidos todo se mueve en base a mucha prensa especializada. "Los críticos van haciendo sus apuestas y predicciones en base a quien iba a ganar. Nosotros hacíamos conjeturas, que estábamos de la mitad para abajo en la nominación".

Un "oso" a Pixar…

Si bien son seis mil miembros los que componen el amplio y selecto jurado para dirimir decisión, nuestros representantes criollos pusieron máquina en un raudo lobby. "Estábamos fritos si ellos no lo veían. Logramos que unos 40, al menos, presenciaran nuestro corto". Y de allí el boca en boca. Las recomendaciones.

"Un amigo argentino nos dijo que Matt Groening (creador de Los Simpson) había votado por nosotros. Nuestra paranoia creció. Fue como… ¿existe una posibilidad?". Esta misma frase, ampliada por Patricio Escala, hizo estallar en risas al auditorio de la UC porteña. También a la "Camila Vallejo" de gafas.

El viernes 26 de febrero les llegó un correo del mismísimo director Quentin Tarantino (se sabe admirador de la banda criolla La Ley). Comenzaban a palpitar que iban más que por el "palo de Pinilla". "Nosotros nos echamos para atrás. Pusimos nuestro ego sobre la mesa: gracias por votar por nosotros y recomendarnos", era la arenga entre ellos.

De vuelta en el Teatro Dolby, y mientras el anfitrión Chris Rock amenizaba la gala y los chillones Minions presentaban al mejor cortometraje animado, Gabriel Osorio y Patricio Escala no la creían.

"Fue surrealismo puro. Cuatro años de un largo trabajo de producción, distribución, creación, dirección. Luego el discurso, era de no creer. Disfrutamos el momento". Tanto que Osorio rememora cuando, una vez con Oscar en mano, quedaron, por esas casualidades del destino, al lado del ganador por mejor actor, Leonardo DiCaprio. "Le dijimos: también es nuestro primer Oscar… DiCaprio nos miró feo, parece que no se le tomó a bien".

También tras bambalinas, mientras el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden se dirigía a dar discurso, entre los gorilas que lo escoltaban, nuestros oscarizados muchachos trataban de asomarse.

"Le dijimos: es el primer Oscar para Chile. Entonces él (Biden) se devuelve y comenta: "La presidenta Bachelet va a estar muy felices con ustedes", en ese momento, para Osorio, todo parecía irreal. Si hasta se envalentonaron, cuenta, para posar al lado de Sofía Vergara para una 'apretadita selfie' en Instagram.

Y de allí más fotos con el actor de la serie Breaking Bad, contactos varios en la meca de la industria, posicionamiento del rubro de la animación local y el retorno al comienzo de todo: Chile.

Como Los Beatles bajando por las escalinatas del vuelo Pan Am a la conquista norteamericana, "aquí nuestro recibimiento fue espectacular. La prensa, la gente de todas las edades, todos esperando por nosotros".

Al final, fueron 17 las personas que participaron en "Historia de un oso". En Pixar, por ejemplo, trabajan más de 100 para un corto. "Para nosotros fue una prueba de que cuando se quiere hacer algo se puede", reflexiona Gabriel, en palabras que también comparte su mancuerna Patricio, que ya se acerca para que juntos emprendan retorno "a la ruta".

¿Qué es lo que viene para ustedes a futuro? "Hacer un largometraje. Ya habrá un momento para concretarlo. Ahora mismo estamos trabajando en dos series de televisión, una está en preproducción y la otra en desarrollo. También algunas cosas para comerciales y publicidad, pero estamos enfocados en crear nuestro propio contenido", responden a dúo.

Es su momento. Y lo saben. También para lanzar consejos, ya con la van esperándolos, a lo rockstar: "Sueñen lo más lejos que puedan y realicen. Trabajen en equipo y generen confianza, vital para poder llevar a cabo un buen proyecto. De que se puede, ¡se puede!".