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Flora Aguirre cuenta lo que es vivir cerca de la frontera

Artesana, agricultora y comerciante, relata duras experiencias con sus "vecinos".
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Si bien nació en el Salar de Coipasa, localidad boliviana en las cercanías de la frontera con Chile, su familia la hizo en este país y hace diez años llegó a radicarse con su esposo y dos de sus cuatro hijos a Cariquima, pueblo también fronterizo que se encuentra 30 kilómetros al sureste de Colchane.

Artesana, agricultora y almacenera de Cariquima, es Flora Aguirre, quien sin pelos en la lengua asegura que hasta hace un tiempo se sentía sola y abandonada por las autoridades. Sin embargo, hoy segura, con la llegada de los militares chilenos a la zona cuenta de su día a día, su pueblo y su familia.

"Llevo diez años viviendo en Cariquima. Soy extranjera y mi esposo es chileno nacido en Cariquima", contó.

Flora comenta que siempre tiene cosas que hacer, si no está en su chacra, está atendiendo su negocio o hilando para tejer. "Tengo este almacén desde que me vine a vivir aquí, era muy pequeñito, pero gracias a Fosis fui emprendiendo. Vendo abarrotes y mis tejidos", dijo.

Esta artesana cuenta que fue criada con sus abuelos, quienes le inculcaron sobre la importancia del trabajo duro. Por ello, aún recuerda que la levantaban a las 5 de la mañana para ir al cerro, al ganado o a la chacra o a "porcar la papa o a cuidar la cosecha.

Vivir en la frontera

Vivir en la frontera no es fácil, pues no tienen abastecimiento de luz eléctrica para las 24 horas, e incluso a veces tampoco de agua potable. "Tenemos que estar como la prehistoria con velas, chonchones. Los niños están viendo la tele y de repente se apaga la luz y estamos de nuevo tristes y tenemos que prender las velitas. Hay un horario, pero a veces falla y ahí es cuando se nos echa a perder los refrigeradores, la tele, todo se quema".

Pero, más allá del aislamiento que puede tener un pueblo fronterizo, y que tiene una población de 80 personas, Flora alerta sobre los extranjeros que pasan la frontera sin control.

En este sentido, Flora asegura que en varias oportunidades militares bolivianos o personas disfrazadas de éstos han llegado hasta Cariquima y poblados cercanos. "Ahora nos sentimos protegidos, antes no, porque sufrimos de un abuso de los militares bolivianos y también de delincuentes que se disfrazan de militar boliviano, que tampoco tendría que ser".

Tierra de nadie

Al respecto cuenta de un episodio sufrido el pasado 4 de diciembre de 2009, cuando ella y su esposo llegaron al sector donde tienen su chacra de quinua, perteneciente a territorio chileno y fueron detenidos. "Ellos eran entre 8 a 10 personas y habían otras más atrás. Y entonces nos piden el documento, y yo les digo por qué si este es territorio chileno, y me responde que esta es parte boliviana. Y yo le dije: ¡no señor! , ¿usted no vio el campo minado?, yo estoy más acá y eso está más allá. Ellos son agresivos, tenían las mensas bolas de coca en la boca, así como drogados. Me sacaron de la puerta, yo estaba embarazada, me botaron al suelo y a mi esposo también. Nos apuntaron a pistola y nos bajaron así y nos quitaron la camioneta y se la llevaron no más".

Tras ello, cuenta que fueron a poner la denuncia a la comisaría de Colchane. "Yo estaba desesperada, porque cuesta conseguirse la plata, nosotros tenemos que trabajar para tenerlo. Al ver a Carabineros se arrancaban más, y así lo perdí sin reclamo. Carabineros me dijo que iban a llevar al juzgado de Pozo Almonte, pero qué me iban a decir ahí".

Según Flora, esa no es la primera cosa que ha sucedido en el pueblo. "hasta aquí al pueblo de Cariquima llegaban los militares bolivianos. Ellos mismos sacaban los autos, con sus propias manos. Cuando los pillaron los Carabineros llevándolos dijeron que estaban persiguiendo a los ilegales, y eso es mentira. Esas cosas vivíamos aquí. Por ahí nos pescaban y nos mataban, ¿ y quién podía saber?, nadie".

Más seguridad

A raíz de esa situación, pidió el teléfono del mayor de Colchane para avisar en caso de cualquier cosa, y así pasó otra vez que eran delincuentes disfrazados y que los Carabineros pudieron detener.

En junio del 2015, cuando su hijo fue a preparar la tierra para la siembra nuevamente le quitaron una camioneta. "En qué mundo estamos viviendo. Aunque sea mi país, yo protesto contra Evo Morales porque hace tantas cosas ilegales. Por qué no aprenden sus límites, y no metidos en Chile haciendo patria y soberanía como dicen. Deberían hacer su límite en Huaira en su hito, pero no en Chile. Yo he visto mi camioneta en la frontera y me da rabia, porque los mismos militares andan con ellas, ellos son muy pobres como para andar con ellas. Es una injusticia terrible".

Hace dos meses, según el relato de Flora, esta situación cambió con la llegada de los militares chilenos a Cariquima. "Me sentí tan apoyada y tan protegida, cuando llegó el comandante le dije gracias, por fin se acordaron de nosotros. Ahora estamos tranquilos, ahora me desahogué, ahora yo voy de carrera y aviso, tengo para poder defenderme", concluye.