Diálogo constructivo
Cuando aún no desaparecían los ecos del video que subió a la red YouTube el empresario Andrónico Luksic, con el objetivo de responder a los insultos e imputaciones del diputado Gaspar Rivas, este conflicto ha tomado un nuevo rumbo. Finalmente el afectado anunció que interpondrá acciones legales en contra del parlamentario.
Haciendo uso de la palabra en el Congreso cuando se discutía la Ley Corta Antidelincuencia, Rivas sacó a colación a Luksic llamándolo el "máximo delincuente que tenemos en los últimos días", atacando con epítetos personales y cuestionamientos al desempeño del privado, acusándole responsabilidad en las inundaciones de Santiago. Los comentarios siguieron en las redes sociales por parte del mismo parlamentario, quien agregó que "que se querelle cuando quiera".
Luksic siguió ese camino, no sin antes escribir el capítulo que propuso a través de aquella declaración que subió a las redes sociales. Declaración que el mismo Rivas comentaría posteriormente, apuntando al reconocimiento que el empresario hizo de errores como el haber recibido a Natalia Compagnon.
Pero en el fondo, lo que ha hecho este conflicto es poner ante la opinión pública una visión que existe respecto a los "poderosos", la influencia de las redes sociales y la actuación, en este caso, de un parlamentario que se inclinó por una manera poco tradicional para dar a conocer su opinión y reflejar, a la luz de los comentarios, la de parte de la sociedad.
Sin embargo, todo esto choca en las formas. ¿Fue la manera adecuada en que un tema tan importante se podría debatir? ¿Fue esta la manera en la que un diputado puede fomentar el diálogo? Luksic plantea construir un Chile entre todos, pero para aquello, también se necesita empatía y transparencia de aquellos que la sociedad observa como "poderosos".
Chile necesita de un diálogo constructivo. Un diálogo que demanda voluntad y creatividad, romper esquemas, pero no a costa del honor de las personas o de instituciones como el Parlamento.
Una conversación que apunte a exponer nuestros problemas y develar nuestros errores, pero con ánimo de solucionarlos y acercar posiciones, y no de profundizar las brechas.