"Un hombre justo y un servidor público ejemplar"
"Representó la capacidad de un país de superar los sectarismos".
En momentos muy difíciles para Chile, cuando la patria buscaba la manera de sacudirse el peso de una larga dictadura, Patricio Aylwin Azócar, junto a un grupo excepcional de hombres y mujeres, hizo posible el reencuentro de los demócratas y la unidad que tanto necesitábamos. Es un legado que ha marcado nuestra historia reciente y que no será olvidado jamás: la unidad, la paz de Chile, está por sobre cualquier consideración mezquina. Le correspondió, como Presidente de la República, encabezar y conducir un período muy complejo. Los enclaves autoritarios de la democracia recién recuperada eran muchos y profundos. No en vano nos ha tomado más de 25 años acabar con algunos de ellos, como el sistema electoral binominal. En ese escenario, con fuertes restricciones que limitaban el poder del nuevo gobierno, don Patricio Aylwin optó siempre por privilegiar lo que unía a los chilenos por sobre lo que nos dividía. No se resignó, trabajó por su país, en toda su amplitud y diversidad. Trabajó por la reconciliación, por hacer de Chile una patria de hermanos fundada en la verdad. Y tuvo el coraje de pedir perdón, a nombre del Estado de Chile, por las brutales violaciones a los derechos humanos cometidas en dictadura.
Su obra es sólida y no puede ser desmentida: cuatro años después, el Presidente Aylwin pudo entregar el gobierno con un país pacificado, con avances significativos en verdad y justicia, con una economía en crecimiento e importantes reformas al modelo económico-social impuesto a Chile por la fuerza de las armas. Así, el Presidente Aylwin representó la capacidad de un país de superar los sectarismos y la incomunicación.
Es a ese Presidente de todos los chilenos a quien despedimos y a quien nunca olvidaremos.