La Universidad Autónoma de Chile desarrolló un estudio denominado "Primer Indice de Desarrollo Regional (Idere)", que se encargó de analizar seis dimensiones a lo largo del país. De esta manera, la investigación se enfocó en educación, salud, bienestar económico, actividad económica, conectividad y seguridad.

Como es de esperar, la idea es que estos aspectos estén relacionados directamente con el mejoramiento de la calidad de vida de la población y con el crecimiento real y equitativo.

Para nuestra región, el estudio dejó un sabor poco agradable, al quedar entre las cuatro regiones que en promedio, presentan un nivel de desarrollo más bajo. No se trata sólo de desarrollo económico, como suele medirse a través del Inacer, sino de un desarrollo más integral que tiene que ver con la gente, incluyendo temas como la salud, la educación y la seguridad.

No es alentador que diferentes estudios y análisis se encarguen de detectar nuestras debilidades. Más allá de los buenos resultados, del Inacer, que mide el comportamiento de la actividad económica regional en comparación con sí misma, los análisis con escalas más allá de lo estadístico y económico vuelven a plantear la necesidad de seguir trabajando por el desarrollo de Arica y Parinacota.

Si bien los resultados del Inacer son alentadores, no se puede desconocer que se trata de un indicador de tendencia, que revela la dirección que las distintas actividades productivas muestran en la región. Sin embargo, no revela los resultados del desarrollo humano, aquel que se espera en el mundo de los ideales, o que simplemente queda a la vista.

Arica y Parinacota tiene en sus manos herramientas como el Plan Especial de Zonas Extremas, por nombrar el más potente y reciente. Se debe agregar el impulso que significó el que hace nueve años se convirtiera en una nueva región, con grandes expectativas.

Pero sin ahondar en otras oportunidades, se requiere de un trabajo constante, profundo y decidido que vaya volcando aquellas cifras y resultados que a veces incomodan, pero que a la luz de las percepciones y los hechos, están a la vista de la comunidad.

Esta Semana Santa está resultando difícil y creo que merece una reflexión de quiénes buscamos tener fe (cuesta, es la raíz etimológica de la confianza). Por un lado se aprobó en Chile la despenalización del aborto con el rechazo cerrado de nuestra Iglesia Católica. No estoy de acuerdo con la Iglesia, de hecho me parece mezquina la nueva norma y no entiendo el fundamento teológico (si lo tiene) de la Iglesia. Pero me reconcilio con ella porque mantiene su tolerancia, hace ver su opinión, con fuerza, pero sin violencia, no ha amenazado con excomuniones ni ha llamado a una yihad contra los infieles. Siempre ha sido así. Puedo ir a misa sin disfraz ni invitación, los curas son personas que viven con nosotros y que se ganan el respeto que se les tiene, sin imposiciones ni amenazas. Si pudiera elegir creo que sería católico, pero no creo ser tan libre pues recuerdo desde niño haber ido a misa con mi madre. Es que la Iglesia Católica es también parte de la identidad de Chile.

Es cierto que hay personas en la Iglesia que cometen errores e incluso delitos, son los riesgos de ser plural, porque hay otros que son santos y se les recuerda con cariño. Es cierto que hay grupos sospechosos, como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, pero también están los teólogos de la liberación. Parece caótico, pero creo que sólo es respeto a la libertad en la Fe. De hecho la Iglesia ha transitado de un Juan Pablo II a Francisco y antes de Pio XII a Juan XXIII.

Además, en plena Semana Santa, ocurre lo de Bruselas y las emociones del Domingo de Ramos, se convierten en la rabia de un cruzado. Pero el Papa llama a orar y a solidarizar con las víctimas. Está claro, son los imbéciles de siempre. Son sicópatas que encuentran en una religión distorsionada la justificación para un holocausto enfermizo.

En nuestra Iglesia ha habido casos parecidos, pero hace mucho tiempo. La Iglesia también evoluciona y le cuesta (se nota) pero lo hace, lenta pero seguramente, aún sin nosotros.