La fiesta de los pueblos y sus pepinos
La alegría de la precordillera y de las tarqueadas que alegran al público con sus pepinos son los más esperados en cada carnaval, ya que solo con ellos se puede jugar a la guerra de espumas y challas.
Porque no solo de tobas, morenadas y tinkus vive el carnaval, sino que también la participación de cada una de las comparsas que lo componen es de vital importancia. En especial, aquellas agrupaciones que rescatan las tradiciones de los pueblos del interior de la región y de los valles.
Tal es el caso de los 23 pueblos y tarqueadas que se presentaron durante las tres jornadas de competencia. Uno de ellos fueron los Hijos del Pueblo de Parinacota, quienes se presentaron ante el jurado con una coreografía que incluyó dos figuras enormes que representaron a los Payachatas y la parina. Al igual que ellos la comparsa del Pueblo de Jallalla Parinacota también hizo de las suyas con sus pepinos y sus figuras de llama y el burrito parinacotense que llamó la atención con su chaleco reflectante.
Fiesta de espumas
Pero sin duda la comparsa que más alegró al público estos tres días de carnaval fueron bailarines de la Tarqueada de Molino de Lluta. Quienes convirtieron su presentación en una verdadera fiesta de challa y espuma. Donde los pepinos carnavaleros no tuvieron piedad de nadie, incluso los camarógrafos fueron víctimas. Todo en un ambiente alegre donde grandes y chicos tienen permitido jugar.
Con los años la juventud se ha integrado a los pueblos para seguir las tradiciones. Por ejemplo en la comparsa Raíces Codpeñas todos participan para ser parte del membrillazo.
La alegría de los pueblos dejó atrás las largas horas de retraso del circuito donde las comparsas dieron lo mejor de sí.