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Niños de campamentos confían en que el Viejito se acordará de ellos

Los pequeños Ignacio, Alexander y Maya, no han podido enviar sus cartas al Viejito Pascuero, pero creen que sus regalos llegarán en esta Navidad.
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Después del terremoto que afectó al norte del país el 1 de abril del año pasado, Patricio Jara y su familia lo perdieron todo debido al tsunami que dañó su casa ubicada en las costas de Iquique. Y al ver que la ayuda nunca llegó para ellos, decidieron venir a Arica con lo puesto en busca de una nueva oportunidad.

Nuevo hogar

En el campamento Areneros 3, cerca del grifo de los militares, la casa B-14 es ahora el nuevo hogar de Patricio Jara, su esposa y sus hijos de 6 y 3 años.

"Antes era buzo pescador. Pero aquí me ha costado desempeñarme en eso, por eso me las arreglo cargando camiones en el Agro, en construcción, en lo que me digan en realidad", contó.

En septiembre de 2014 Patricio llegó Arica con su familia y una maleta, sin saber dónde vivir.

"Instalarme aquí me ha costado; todo lo que ve en mi casa ahora, lo encontré en el río y lo mejoré para usarlo de nuevo", explicó Patricio quien ahora se encuentra cesante.

"Mi esposa va a las casas, ahí las personas le dan ropa u otras cosas que ella después las vende en ferias libres", agregó.

Frente a esta realidad los hijos de Patricio, Ignacio de 6 y Patito de 3 años, aún no han dimensionado la situación económica de sus padres, pero aún así hicieron su lista de regalos, como cualquier niño. Pero no una lista cualquiera; una especial que aunque no pudieron escribirla ni enviarla al Viejito Pascuero están confiados en que sus regalos llegarán en esta Navidad "porque el Viejito lo sabe todo" dicen.

Una cena y un trabajo

Entre los regalos que Ignacio pidió para esta Navidad, fue un juguete para él y su hermanito de 3 años, una cena navideña, comida para sus perritos y sobre todo un trabajo para su padre.

"Al más chico le gusta mucho la pelota. Y aunque Ignacio, el mayor, no asimile mucho lo que está pasando, igual me ha pedido regalos ", contó.

Durante el año la esposa de Patricio se las arregla juntando cosas y ropa para vender en las ferias libres, mientras él carga camiones en el Agro y otras cosas. La economía familiar para ellos ha sido tan difícil que deben cocinar a leña y arreglárselas como sea.

"Cuesta mucho vivir aquí, sin agua ni electricidad; no hay baño, no hay nada, solo lo básico, por eso me gustaría tener un trabajo cerca de aquí, ya que no puedo movilizarme a otros sectores porque no me alcanzaría para movilización", reiteró.

Antes Patricio contaba con una bicicleta para acudir a los trabajos temporales que le salían por ahí, pero como se la robaron en un descuido, ahora se moviliza a pie, siempre pensando positivo.

"En vacaciones no iremos a la playa, debemos cuidar lo poco que tenemos en la casa, pero cuando baje el río llevaré a los niños para que se entretengan ahí. Mientras estemos con salud y en familia estaremos bien", concluyó el padre de familia mientras juega con su pequeño hijo en el patio de su casa junto a sus mascotas Princesa y chiquitín.

El sueño del tablet

Maura es madre de Alexander de 10 años y Maya de 3 años. Durante 12 años Maura vivió en el Campamento El Pedregal, por lo que sus hijos nacieron en esa realidad y no conocen otra forma de vida.

Después de que llegaron los subsidios habitacionales para dicho campamento, los que no calificaron ( como fue el caso de Maura) tuvieron que mudarse a otro sector y fundaron el nuevo Campamento El Renacer de El Pedregal 2, ubicado al final del último pasaje que colinda con Calle Tambo Quemado en Población Nueva Experanza.

"Aquí me quedé porque no pude postular a una casa como el resto, por que esa época no tenía Permamencia Definitiva, pero ahora tengo todos mis papeles al día. Mis hijos han vivido aquí toda sus vida", contó Maura. Al no contar con trabajo estable, Maura dedica gran parte de su tiempo a ser vendedora ambulante en el Terminal Asoagro. Con lo que gana sostiene a su familia.

"Hay regalos que mis hijos me han pedido, pero yo no se los puedo dar, porque son muy caros y no me alcanza. Ahora se entretienen con unos autitos que encontré en la basura del río, pero sueñan con tener una tablet el mayor y la más chiquita me pidió una bicicleta", explicó Maura, quien convive con otras familias, peruanas, bolivianas y chilenas que conforman el campamento.

"El año pasado los niños pasaron la Navidad normal, sin grandes regalos. Aquí nadie se acuerda de los niños, estamos olvidados, solo existe el Campamento Areneros 3 y se olvidan del Campamento Renacer de El Pedregal 2", aseguró.

En la entrada de este campamento un árbol navideño decora la entrada y asu alrededor unos sillones viejos sirven de centro de juegos y descanso para los niños del sector.