El valor del respeto
No es difícil darse cuenta que, por estos días, el respeto, el mínimo respeto por quien está al lado o por la sociedad en su conjunto, está quedando de lado. En nuestra ciudad a veces esto se hace evidente.
Y es que no hay que olvidar lo importante que es la tolerancia y la comprensión de la diversidad en una sociedad que con el paso del tiempo, tiende precisamente a eso, ser mucho más diversa, plural y heterogénea.
Sin embargo, los hechos muestran que no necesariamente estas características hacen que el respeto como valor sea mucho más reconocido. El caso es que el respeto es muy amplio, tiene muchos alcances, y en ese sentido, la falta de este valor ha significado una serie de padecimientos a nuestra sociedad donde los derechos y deberes muchas veces se encuentran de frente y hay un contrapeso poco sano para la anteposición de muchas prerrogativas que a veces, terminan por deslegitimarse cuando pisotean los derechos de los demás o incluso otros deberes.
El respeto como un derecho de una persona, no es reconocido en muchos casos, en que debería ejercerse como un deber. Lamentablemente las consecuencias son casi hasta cotidianas.
Problemas de respeto con la autoridad, en las escuelas, la imprudencia al conducir, el no respetar un turno o un lugar en una fila, los derechos de personas mayores o de mujeres embarazadas y así podrían sumarse muchos ejemplos más.
Todo esto deja en evidencia lo importante que es trabajar como sociedad para poder recuperar un concepto y un valor tan extraviado como es el respeto, incluso con campañas de este tipo. Parece que muchos confunden el ser "abiertos" o "modernos" con el hecho de, por ejemplo, no saludar, ceder el asiento a un adulto o adulta mayor, no respetar una luz roja o un cruce de peatones. Se piensa que es de "retrógrados" tener estas conductas y se olvida que para que las sociedades crezcan y tengan un mínimo orden, es preciso respetar estos aspectos básicos.
Es por eso que la empatía es fundamental para tener en consideración a los demás, con respeto.
Pasos de cebra
No me refiero al tranco del cuadrúpedo que vemos sucumbir ante el mortal ataque de hambrientos leones en el documental de Animal Planet. Más bien apunto a la señalética de rayas blancas que cruza la calle de extremo a extremo en ciertos cruces de peatones. Hablamos del espacio protegido ante el que - de acuerdo a la ley - los conductores deben ceder el paso a los transeúntes, para que estos puedan alcanzar la vereda contraria en forma segura y sin contratiempos. Al menos esa es la idea que subyace el texto legal que autoriza a los servicios viales para habilitar estos pasos de seguridad peatonal. Sin embargo, esto no siempre es así.
En efecto, quienes caminamos por las maltrechas calles y veredas de Arica, a diario constatamos que hay muchos puntos de la ciudad en que estos pasos protegidos brillan por su ausencia y que gran cantidad de conductores hacen caso omiso de la ordenanza del tránsito donde los hay. Son muchos los casos en que hemos sido testigos del abuso de parte de conductores, que no tienen empacho en amedrentar al peatón con sus estridentes bocinas, e incluso lo insultan cuando se atreve a poner el pie en la cebra para intentar cruzar.
¿Qué hacer para cambiar la situación ? Unos dirán que es necesario aplicar severas multas a los infractores. Otros propondrán suspender la licencia de conducir a quienes no respeten la señalética. Incluso habrá quienes quizás pidan condenar a penas aflictivas a los conductores reincidentes. Sin embargo, si consideramos la efectividad del castigo como medida de disuasión, la realidad nos muestra que los resultados son decepcionantes, ya que en la mayoría de los casos los infractores generalmente continúan cometiendo la misma falta, después de la sanción.
Así, pareciera que hay que darle otra vuelta al problema para encontrar la solución, especialmente si consideramos que éste tiene más que ver con educación ciudadana, que con represión.