En el medio oriente, hay personas que para sobrevivir, "encantan serpientes" y que al presunto sonido del instrumento, ellas comienzan a adormecerse y seguir un vaivén de lado a lado, pero no. No es el sonido el que las "encanta" es la reacción natural de la serpiente de seguir el movimiento del instrumento musical, como alerta para defenderse o atacar. Eso, es todo - casi como una publicidad engañosa, para vender la ilusión de la maestría del músico.
A nivel humano, también hay encantadores de gentes. Surgen especialmente en tiempos de candidaturas, donde muchos de estos personajes, gastan fortuna en propagandas o acciones populistas, con el fin de "encantar" a los votantes, sólo que en este caso, es un hábil trabajo comunicacional de masas, dando golpes certeros, en las demandas relevantes de los votantes. Es la astucia política, que entra en juego conscientes, que la conducta de masas es manejable, con hábiles movimientos. El arreglo, de basureros, el hermoseamiento de una sede, Un TV gigante. Antes, en el campo, regalaban zapatos - necesidad vital, en ciertas épocas del Chile rural.
Al fin, fríamente calculan estas inversiones, con un retorno económico, cuando accedan al poder. Allí cambiarán. No serán los mismos del tiempo del encantamiento. De sus palabras floridas, de sus acciones "comunitarias altruistas". No, ya se logró el fin y el medio fue el "encantamiento de masas" el que ya no existirá, terminando como termina cada día, al adentrarse el sol.
Moraleja. Ojo, el músico no encantó a la serpiente, la desafió sutilmente, para lograr público impávido que admire y pague por tales atributos. Ojo!, atenti, a los encantadores de gentes, ya usan acciones populistas y después se sacarán su piel de cordero y será ya muy tarde. El lobo comenzará su propia etapa, El festín del poder
Sergio Vásquez Ochoa
