Las voces anónimas de quienes luchan por la inclusión
Javier Claros Espinoza tiene 24 años y hace 11 que ve el mundo desde una silla ruedas, debido una tetraplejia al realizar un mal piquero en una piscina. Pero más allá de este accidente él encarna una anónima realidad que vive un grupo de ariqueños haciendo una "vida normal".
El joven (fue el número 122 de la "Maratón por la Inclusión", realizada hace unos días) cuenta que el cambio fue radical, importante, pero más allá de las pruebas que nos pone la vida por delante, hay un tema fundamental respecto a cómo la sociedad integra y convive con quienes tienen capacidades diferentes.
"Espero que con esta maratón nos tomen más en cuenta, para que nos visibilicen, solamente exigimos nuestro lugar, nada más. Esperamos que la infraestructura sea adecuada para quienes usamos la silla de ruedas, porque lo que vivimos es denigrante, me tienen que llevar a todas partes, ni qué decir para encontrar un baño", explicó.
Temas tan fáciles o habituales como comprar ropa o vitrinear se vuelven imposibles: las rampas de acceso no existen o están mal hechas; en las grandes tiendas debo subir por el ascensor de carga que está en la bodega, que está sucia y por donde no se debería pasar", explicó.
PARA TODOS
En medio de la conversación con los asistentes, espontáneamente quienes están presentes en la competición entregan sus anónimas opiniones: "hay que mejorar el acceso a las playas, al mar", dicen algunos; "no hay cómo postular a sillas activas, para competir", exigen otros, "incluir no es un favor, es una obligación", concuerdan todos.
A pocos metros está Frida Quispe (48 años), integrante del Consejo Comunal de la Discapacidad, y quien compitió en la actividad, quien aseguró que el deporte es la única forma de rehabilitar e integrar: "correr al lado del papá y de otros niños es la forma en que nos incluyamos mutuamente".
Doña Frida nació con una luxación congénita de cadera con secuela de polio, pero lejos de un problema es únicamente un atributo diferente, que la hace especial, quien además entregó su fórmula ante lo que llama la "discapacidad de las mentes".
"Uno puede y es autovalente. Existe una sobreprotección, creen que nosotros no tenemos capacidad para trabajar o tener una familia y eso no es así, lo que se debe hacer es integrar y en eso la autoridad es muy importante. Yo sí me siento discapacitada cuando no puedo entrar a un lugar, cuando voy a hacer mis trámites, cuando voy al banco a pagar mis impuestos", explicó.
También estuvieron en la corrida la familia integrada por Juan Salamanca y Cristina Córdova, quien asistieron en compañía del pequeño Francisco Aníbal (10 años), quien sufrió un accidente en auto provocándole una cudriparesia, quienes hablaron de un mundo que no considera a su hijo.
"No estamos preparados como ciudad. Cosas tan simples como la subida y bajada de las veredas no están hechas, incluso cuando se habla de juegos infantiles estos no son para menores en silla de ruedas; ni columpios, ni nada", dicen.
Un caso especial es el de Diego Salazar (29) tiene una prótesis en la pierna izquierda, y llegó desde Punta Arenas a establecerse en Arica siguiendo a su hija: "nosotros somos los responsables de concientizar, de demostrar que se puede ser igual, siguiendo las convencionalidades de las personas".
Cuatro ejemplos, cuatro casos que demostraron que la verdadera discapacidad están en las mentes de las personas, y que lo único que exigen es un mundo en igualdad para todos, incluir no es un favor, es una obligación. La palabra ahora la tiene la autoridad para construir una Arica mejor, donde se incluyan las necesidades de todos. J