Los encuentros de terror con el coronel Contreras
Sin anestesia alguna, el coronel Manuel Contreras le dejó claro a Sergio Velasco su postura: "Los tengo pintando murales en la calle porque no los quiero matar nomás". En la pequeña oficina de Contreras en la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes hay dos guardias como punto fijo a su espalda. Cada uno abraza entre sus manos una metralleta y portan además una pistola al cinto. Un cuadro con la bandera chilena, y una esfinge del puño de hierro, símbolo de la Dina, son los únicos adornos con los que contaba aquella oficina de la Comandancia. La escena la acompaña Roberto Ayala Silva, reportero militar, exdirector de la radio Sargento Aldea de San Antonio.
Corría octubre de 1973. El Golpe de Estado seguía latente en cada calle del país. En San Antonio la sensación era de miedo total. Doce días después de que fuera bombardeada La Moneda, el 23 de septiembre, un conflicto laboral en el Sindicato de Marítimos y Estibadores por la nombrada en los barcos trigueros movió las aguas de la ciudad puerto. Manuel Contreras, nombrado tras el Golpe además como gobernador provincial durante el 73, llamó a los dirigentes de aquel sindicato a presentarse en Tejas Verdes.
La oportunidad de ejercer todos sus conocimientos de represión adquiridos en la Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos se le presentaba a pedir de boca al coronel con la detención de estos cinco sindicalistas. Tras un breve paso por Tejas Verdes, los dirigentes fueron enviados hacia Bucalemu. Allí fueron asesinados a balazos, con la excusa de que en pleno trayecto los dirigentes intentaron escapar. Sin pensarlo dos veces, los militares que acompañaban el viaje aplicaron la impunidad que les otorgaba la Ley de Fuga. Uno de los acusados de intentar escaparse, el dirigente Héctor Rojo Alfaro, pesaba más de 100 kilos y recién había sido operado de la próstata. Lo que menos podía hacer era correr.
Sus cuerpos fueron enviados en bolsas negras a las casas de sus familiares directos quienes recibieron las órdenes de ni siquiera intentar abrir aquellos sacos fúnebres. Los funerales de los sindicalistas fueron privados, con la menor cantidad de gente posible. Los ojos de la dictadura acompañaban cada acción. La sangre por primera vez se dejaba correr por las calles y cerros de San Antonio. Fue el primer aviso fuerte de que Manuel Contreras no tendría piedad. Si había que matar, en el regimiento de Tejas Verdes, la mano no le tiritaría a nadie.
Sergio Velasco (21 de diciembre de 1945) en 1973 era dirigente de las Juventudes Demócrata Cristiana de San Antonio, director del instituto Duoc y director de la Escuela Industrial. Además, era el secretario político de la diputada por el distrito 4 Juanita Dip de Rodríguez. Dentro del círculo político sanantonino de oposición, la mano dura de Contreras que imperaba en la Escuela de Ingenieros era comentario obligado. "Era el genio del mal, el brazo armado de la dictadura de Pinochet", explica. Velasco agrega que en la comuna de Santo Domingo "en las famosas cabañas de aquella comuna parque, fueron instruidos y formados los agentes del terror, ahí estuvo la génesis de los soldados que perseguían a todo aquel ajeno o contrarios al régimen militar".
-Para mí era de una personalidad bipolar. Tenía la capacidad de hacerse el bonachón de forma muy cínica e hipócrita, casi como un buen actor, pero dentro de él sabía que tenía el poder en sus manos. Pinochet le había dado total impunidad para hacer y deshacer, y Contreras se aprovechaba de esto.
-El trato que tenía con sus interlocutores. Era a grito pelado, los mandaba de allá para acá y les gritaba de una forma muy violenta. Tenía una gran facilidad para determinar acciones de brutalidad, no tenía empacho en ordenar torturar a sus detenidos.
Con las manos arriba
Luego del encuentro con Manuel Contreras, Sergio Velasco fue dejado como prisionero en Tejas Verdes. Apenas salió de la oficina, un militar lo guió con su metralleta al lugar que le correspondía como detenido. Mirando la muralla, con las manos arriba, tuvo que aguantar así todo el día. "Y si bajabas un poco las manos, de inmediato un militar te apuntaba con su metralleta, te daba un pequeño golpe, y te decía que eso no se podía", recuerda. Su señora, Lucía Menares, lo esperó afuera en la puerta del regimiento hasta que lo soltaron, al otro día.
Tras aquella detención, Velasco fue tomado preso durante dictadura un total de 11 veces. "Lo peor era que las familias de los presos políticos también eran perseguidas y violentadas sicológicamente, entonces era una época de mucho temor y miedo. Cuando fue el Golpe de Estado, ese 11 de septiembre del 73, a las seis de la tarde comenzó el toque de queda, y era una situación nueva para todos; la información la obteníamos de la radio", rememora.
-Como cristiano, yo no le desearía la muerte a nadie. Pero sin lugar a duda que ha muerto el genocida más grande que ha tenido la historia de Chile.
-No cumplió su palabra de honor como soldado en términos que no entregó ninguna información sobre el paradero de muchas víctimas.
-Sin duda como el "genio del mal" de la dictadura. Creo que será el único general que no contará con una cruz ni estará en un cementerio tras su muerte. El país quedó consternado la noche de su muerte.
-Es un recuerdo que me queda muy nítido, tengo cada detalle en la mente. Después, cada vez que iba a exigir información, salía todo apaleado y golpeado. Muchos hablaron que iba a entregar información, pero la gente que me conoce sabe que eso no fue así, porque no se explicaría el maltrato que me dieron en el regimiento de Tejas Verdes.
Manuel Contreras murió la noche del pasado viernes 7 de agosto a las 22.20 horas, a la edad de 86 años. Estaba condenado a 526 años de presidio perpetuo por violaciones a los derechos humanos. Su rol en la dictadura fue clave. Hasta el último día de vida, negó cualquier participación en crímenes y se descartó de toda acusación de violación de los derechos humanos.J