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La historia detrás del 'Antojito' del garzón

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Cualquier día, hace 18 años, Andrés llegó de Santiago a Arica. Su mochila solo traía dentro un par de mudas de ropa. Lo meramente indispensable para vestir una semana, lo que su pronóstico había señalado. Ni en sus sueños más remotos concibió ser el dueño de un hotel y un restaurante en la ciudad.

La vida de Andrés Yáñez hoy gira alrededor de su familia y su negocio. Confía en que 'Antojitos' es uno de los mejores cinco restaurantes que hay en Arica.

Trabaja "como loco"; se levanta diariamente, se ducha, se despide con un par de besos de su mujer y su hijo. Se dirige al Agro, al Terminal Pesquero, debe surtir la cocina para el menú del día. Puede ser un lomo salteado, mariscos, o asado de tira, entre típicos platos peruanos "pero a la chilena" y comida nacional.

No estudió en ninguna universidad o instituto profesional. La experiencia le enseñó a cocinar, a administrar, de atención al cliente. Pero no sabía para qué lo estaba preparando el destino, porque tenía una vida de carretero. "Vivir la vida" era todo lo que pensaba hacer.

Un día como hoy, a las tres de la tarde, estaría recién levantándose para ir a trabajar. Salía de una habitación, que rentaba por 100 lucas, a almorzar en McDonald's cualquier sándwich o completo. Luego a trabajar. Su jornada se alargaba hasta las 7, 8 y 10 de la mañana, depende del calibre de la juerga.

Dice que esa vida le trajo varios problemas, entre ellos, la separación con su primera esposa, con la que tuvo dos hijos.

"Conocí hartas mujeres, tuve hartas relaciones, y el que las echaba a perder era yo, porque mi vida era carrete. Después llega un momento en el que ya disfrutaste... apareció la mujer que tengo ahora. Es mi cable a tierra".

Andrés empezó haciendo aseo, limpiando baños, de garzón, "¡las he hecho todas! Y ahora tengo mi propio negocio, tengo mi personal". Son doce empleados, doce familias que dependen de su restaurante.

Pero reconoce que en su logro tuvo arte y parte Margarita Soto. Su esposa sacó a su nombre el crédito de seis millones de pesos para montar el primer 'Antojitos' hace dos años, allá por Chanca Rayada.

"Mi mujer me apoyó en esto. Me dijo 'ya toma, yo creo en ti'. Empezamos con un negocio que medía 2 metros por 5". Un delivery, una sola cocina en la que se preparaba todo para llevar. Pasó de vender 30 platos a promover eventos sociales.

El temor era que la gente no lo aceptara y que su antojito "fue un momento y de ahí te vai al hoyo".

Pero sucedió hace cinco meses que por medio de amistades y su actitud emprendedora, consiguió tomar un local más central, con hermosa vista al mar, grande y atractivo.

A los dos meses le dieron en arriendo también el hotel anexo al restaurante, con promesa de venta. Por eso se atreve a asegurar que habrá "'Antojitos' por varios años más". J