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El artesano ariqueño que regresó convertido en el amo y señor de la totora

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Antonio Calfuñanco Vergara es nacido y criado en Arica, pero por cosas del amor y la vida dejó estas tierras para mudarse más al sur con su familia. El lugar escogido; Coquimbo, donde comenzó a trabajar de manera mas profesional toda la artesanía relacionada con la totora, oficio que aprendió de sus padres y abuelos maternos.

Por lo años 50, la familia Calfuñanco Vergara vivía en la calle Lastarria con Larco Herrera a la altura de General Lagos, donde se dedicaban a fabricar esteras de totora para sustentarse económicamente.

"Las esteras se usaban para hacer ramadas, techos o cierres y mi familia completa se dedicaba a fabricarlas, por eso en aquellos años todos íbamos en burro a Lluta a buscar totora", recordó el artesano, que es el menor de los 12 hijos que tuvieron sus padres.

De ambos progenitores, Antonio heredó la sangre mapuche de parte de su padre, pero también el linaje de los afros por parte de su madre y abuela, quienes en su juventud se criaron junto a la destacada y recordada Rosa Güisa.

inicios en la totora

Entre tantos recuerdos que aún lleva muy presentes, Antonio se emociona cuando revive esos tiempos, cuando apenas era un niño que aprendió a tejer en totora entre juegos y tardes de trabajo junto sus 11 hermanos.

"A los 3 años perdí a mi padre, no lo conocí, pero con la totora me entretuve junto a mis hermanos. Por eso a los 6 años empecé a elaborar trabajos más completos y a mis 15 años las personas me encargaban canastos y tapetes y otras cosas ", contó el artesano de 64 años.

rumbo a coquimbo

En el año 1970, Antonio se casó en Arica, fue padre y se mudó a la ciudad de su esposa Elena Caimanque, Coquimbo. En un comienzo las cosas no se dieron económicamente, razón por la cual el joven ariqueño retomó sus conocimientos en totora y comenzó a elaborar paneras y tapetes para sostener a su familia.

"Me acuerdo que hice 10 paneras y las vendí muy baratas, me fue bien y la gente me pidió más. Luego subí un poco los precios pero igual las vendí todas, porque la gente no conocía de esta artesanía, siendo que en Coquimbo hay zonas donde abundan las plantas de totora", explicó.

Después de esa pequeña venta que realizaba en las calles coquimbanas, un día un señor de apellido Véliz lo invitó a participar en una feria artesanal con todos los gastos pagados. En un principio Antonio Calfuñanco no creyó en él, pero como tenía poco que perder, incursionó en la feria y obtuvo el primer lugar gracias a sus trabajos. De ahí en adelante no paró de exponer sus obras en diversas ferias artesanales, donde fue reconocido por sus pares. "En Coquimbo me di cuenta que podía vivir de esto, porque gracias a la totora pude sacar a delante a mi familia. Por eso ahora hasta mi esposa realiza clases", aseguró.

EL MAESTRO DE MAESTROS

Gracias a las magníficas obras que salen de sus manos prodigas, ha logrado recorrer el país dando a conocer sus piezas artísticas, entre las que sobresalen las figuras de sirenas, peces, pescadores, chinchineros, pajaros y otros que le encarga la gente. Pero también participó en ferias de Argentina, Paraguay y Ecuador.

Está demás decir que en la Cuarta Región ya lo consideran el maestro de maestros, donde le han otorgado el reconocimiento de Tesoro Humano Vivo Destacado y la Municipalidad de Coquimbo lo nombró Patrimonio Inmaterial de dicha región.

Mientras, en Arica muy pocos conocen de su existencia, será por eso que dicen que nadie es profeta en su tierra. "Tengo el nombre de Arica en el corazón, por eso quise volver este año y dejé la semana coquimbana por venir a celebrar este 7 de Junio con los míos ", dijo el artesano, que en plena feria Fida se reencontró con una amiga de años, Violeta, hija de Juan Reyes un gran amigo.

en museo san miguel

Las obras de Antonio no solo se exhiben en ferias artesanales, sino que también se puede observar una estera de tiempos primitivos confeccionada por él en el Museo Arqueológico de La Serena. Sin embargo no es el único que tiene una pieza en un museo, sino que su abuela materna también elaboró unas esteras para el Museo Arqueológico de San Miguel de Azapa.

"Mi abuela toda su vida ha trabajado con la totora. Por eso, cuando hicieron el museo le pidieron que hiciera algunas esteras para envolver las momias Chinchorro que se exhiben hoy en día", aseguró el artesano y comentó que si antes debía recorrer largas distancias para conseguir totora en Arica, en Coquimbo la búsqueda era más fácil.

"En la Cuarta Región abundan las plantaciones de totora, por eso tengo a mano la materia prima para seguir confeccionando cestas y esteras que son artesanías que pertenecen a la cultura Chinchorro", afirmó.

Con toda su experiencia, Antonio puede cortar en dos días una camioneta llena de totora seca que sirve para sus obras.

Pero no todo ha sido alegrías para este ariqueño, sino que también le ha tocado superar un incendio en su hogar, donde lo perdió todo el año 1985. Logró reponerse de esta tragedia, pero la vida lo volvió a golpear el año 2008 con lluvias que dañaron el local donde guardaba sus artesanías. Con todo eso a cuestas supo salir adelante con la ayuda de su esposa y de sus hijos, quienes también aprendieron de este oficio.

"Hace años pedí a un alcalde de Coquimbo un proyecto para instalar de forma fija a los artesanos de la región y así nace el proyecto Kallfu-Manke que significa cóndor azul", agregó.

Hoy Antonio pudo construir entre la Ruta 5 y Calle Regimiento Arica un local artesanal para cobijar las obras de sus colegas en general, todo esto gracias a proyectos Fosis , Conadi y Sercotec que ganó su esposa.

Por eso ahora el sitio es muy turístico y alberga obras en piedras, cueros, cerámica, totora etc. J