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Muñoz y Bulnes, un ejemplo

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Cuando nuestro canciller Heraldo Muñoz dice que considera a Felipe Bulnes, Agente de Chile ante CIJ de La Haya su amigo, da una prueba que es posible a pesar de sus dispares militancias políticas, socialista y RN respectivamente, dejar de lado las añejas e inconducentes discusiones político partidistas y privilegiar de sobremanera los intereses de nuestro Chile y su gente ante un conflicto que nos afecta a todos los chilenos. ¿Llegará alguna vez el tiempo en que nuestra clase política toda, deje de lado sus intereses y proyectos partidistas y personales para abocarse a solucionar los problemas que realmente les importan a todos los chilenos? Gran ejemplo de Muñoz y Bulnes, digno de ser imitado.

Luis Enrique Soler Milla.

Corrupción por omisión

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Muchos de los hechos conocidos en estos últimos meses, por lo menos públicamente, nos dan cuenta de la corrupción que hoy transversalmente ataca a nuestra sociedad. La mayoría corresponde a una corrupción activa, en donde sus autores han dejado huellas, creyendo que el poder político o económico del que están investidos les otorgará impunidad.

Sin embargo, también habemos una gran cantidad de corruptos pasivos o por omisión. Somos aquellos ciudadanos, que por no vernos beneficiados o afectados por los actos de corrupción activa, poco o nada hacemos para evitarlos. Muchas veces miramos para el lado o nos hacemos los sordos cuando sospechamos o tenemos conocimiento cierto de un acto que va desde una simple omisión de denuncia hasta prácticamente un encubrimiento de un ilícito.

Por definición de la RAE, corrupción es la acción y efecto de corromper, alterar, vicios o abusos en costumbre. Echar a perder, pudrir, sobornar, pervertir. O sea, lo que hemos conocido por los medios de prensa en los últimos meses.

Son corruptos por omisión o la cara oculta de la corrupción activa, aquellos que en conocimiento de un acto reñido con la corrección y probidad en la administración pública y privada, no son capaces de denunciarlos, aquellos jefes y responsables que se omiten para evitarse problemas y "ruido" en su área de responsabilidad.

También son corruptos todos aquellos políticos que denigran la política, que ocupan cargos designados o de elección popular y entregan información privilegiada a terceros con interés, los mismos que favorezcan a familiares y amigos con trabajos y servicios remunerados no importándoles la mejor selección para el Estado o la Empresa, aquellos que pagan bienes y servicios inexistentes y por supuesto aquellos que dejaron constancia de haberlos recibido.

Cada uno de nosotros tiene la solución en nuestras manos, denunciemos valiente y decididamente los actos de corrupción. Desde un simple soborno para evitar un corte de suministro eléctrico domiciliario hasta el cohecho en una licitación pública, ambos tienen el mismo grado de perjuicio para nuestra sociedad. No podemos permitir que Chile, verdaderamente, se convierta en una nación y país corrupto.

Ana María Tiemann.