Esta semana se conocieron los resultados de los exámenes realizados en 2014 a los cursos segundos, cuartos y sextos básicos en el marco del sistema de evaluación de los resultados de aprendizaje con su prueba Simce. Se trata de un desenlace que encuentra como lugares comunes la brecha que existe entre la educación pública, la particular subvencionada y la privada, expresada en las importantes diferencias entre el rendimiento que se da entre alumnos de diferentes segmentos socioeconómicos.

Pero así como se critica al Simce como instrumento de medición, también se puede apuntar a las sentencias establecidas en torno a los resultados, entre ellos, los mismos modelos antes expuestos y relacionados con las bases de las brechas. Claramente hoy esto hace que los diagnósticos y fórmulas para mejorar la educación no sean absolutas, sino que dependen mucho de la manera como se realicen, encabecen y especialmente se consoliden las experiencias exitosas.

En medio de una reforma que se ha concentrado en discutir principalmente temas como el lucro, la dependencia, propiedad y administración de los establecimientos educacionales, como también las garantías para la equidad en la calidad de la educación, aparecen resultados que rompen los paradigmas o que por lo menos, discuten las bases de lo que hasta ahora se ha conocido para el debate.

Resulta alentador que en nuestra región haya muy buenos puntajes en escuelas públicas, tan buenos que hasta superan a colegios particulares pagados. Es la primera ruptura de paradigmas. Pero al mismo tiempo, es preocupante que colegios con más recursos y mejor infraestructura - a los que se suman mecanismos de financiamiento y selección- no sólo no consigan buenos rendimientos a nivel local, sino que se encuentren muy por debajo de establecimientos de similar naturaleza a nivel nacional.

Lo cierto es que en medio de una reforma educacional y tras el último Simce, hay resultados que muestran la importancia de ampliar las miradas y los análisis a la hora de definir las bases para una mejor educación.

La adolescencia es una larga etapa que suele iniciarse a los 8 años y prolongarse hasta los 18 o 20 años, edad en que se considera adulta a una persona. La palabra viene del latín "adolesco" que significa "crezco", e implica un período de muchos cambios en la cual la persona inicia la etapa final del desarrollo físico y madurez emocional. Los adolescentes suelen probar su mundo hasta el límite con padres y maestros. La experimentación, es parte natural del desarrollo, tratando de ordenar un cerebro caótico que sufre una reprogramación para adquirir nuevas experiencias y deberes.

Arturo fue el único sobreviviente de tres hermanos Prat Chacón, era un niño de complexión raquítica y endeble. Tenía una expresión melancólica y un aire distraído por lo que su madre Rosario lo sometió a un estricto tratamiento hidroterápico que hizo que el infante enclenque se transformara en un mozo de esbelta silueta de músculos de acero. A los 8 años de edad, en la escuela primaria se mostró como un niño travieso y desaplicado aunque se destacaba en aritmética y geografía. Frente a las amenazas y agresiones de sus compañeros sabía enfrentarlos con decisión y fiereza. A los 10 años ingresa a la Escuela Naval donde no se distinguía por ser estudioso, pero sus exámenes eran buenos llegando a obtener medalla de plata. Su carácter firme no aceptaba ofensas y el 11 de Mayo de 1860, por un cambio de palabras se trenzó a puñetes con el cadete Carlos Condell, por lo que ambos fueron castigados con penas de arresto. La disciplina de la Escuela Naval operó en él un cambio profundo de carácter: a la inconciencia infantil de la vida, sucedió una severa concepción del deber, y su tendencia al aislamiento se transformó en tacto y circunspección, desarrollando en él un amor al estudio apasionado por las ciencias naturales y la astronomía. Además estudió Derecho y se recibió de abogado mientras iba esculpiendo su cuerpo para el bronce de la inmortalidad.