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Mamás S.O.S y su acto de amor y solidaridad

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En Chile existen 14 Aldeas Infantiles S.O.S., desde Arica a Chiloé, que acogen a niños y niñas en un entorno familiar donde crecen en un hogar cálido y protector.

Para los menores que son derivados a las Aldeas Infantiles S.O.S. la presencia de una figura maternal es importante, sobre todo para el desarrollo de los pequeños. Y por eso cada menor que es ingresado a la aldea es integrado a un grupo familiar encabezado por una Mamá S.O.S. junto a otros niños que se transforman en los hijos "postizos" de aquella madre sustituta, que vive con ellos las 24 horas del día en una de las casas de la aldea en torno a una dinámica familiar, al igual que el resto de los hogares.

Es así como cada niño está al cuidado de una madre, quien establece una relación estrecha con cada uno de los pequeños brindándoles la seguridad, el amor y la estabilidad que necesitan.

su misión en la vida

Yenny Parra tiene 56 años y lleva más de 8 años trabajando en Aldeas Infantiles S.O.S. Está casada y tiene 2 hijos que actualmente están en la universidad, razón por la cual hoy en día entrega todo el amor de madre a sus hijos de la Aldea Infantil.

A pesar de que en un comienzo ingresó a la institución en busca de trabajo para mejorar sus ingresos económicos, logró un vínculo muy importante con los 10 niños que se le asignaron hace 8 años.

"Yo antes me dedicaba al comercio con mi esposo y por necesidades económicas empecé a buscar un trabajo. Ingresé aquí y estuve tres meses a prueba, pero después de ese período me quedé, porque me gustó la dinámica con los niños", contó Yenny Parra, quien hoy en día tiene 7 hijos bajo su protección en la casa que comparte con ellos las 24 horas del día.

"Tengo a mi cargo niños de diferentes edades y la rutina es como una casa normal, donde cubrimos todas las necesidades de los niños. Por eso este trabajo se convierte en un desafío, sobre todo cuando van creciendo y hay que saber generar un vínculo y crear una figura de autoridad. Pero también transmitir seguridad en ellos, que sepan que tienen a alguien con quien contar", explicó.

La Aldea se convierte para los niños en un verdadero hogar con una mamá que los guía, protege y cuida. "Cada casa tiene sus reglas, sin embargo al mismo tiempo les inculcamos valores como el respeto y los niños me cumplen, de acuerdo a eso les doy permiso para sus salidas y si tienen tareas sus compañero también pueden venir a la casa", contó.

Entre sus hijos de la aldea, Yenny tiene a un joven deportista que se está probando en las juveniles de la selección, pero también tiene a otro amante del surf, que en los veranos se convierte en un monitor de ese deporte. Mientras otro estudia una carrera relacionada con la minería en un liceo técnico. Entonces son logros que la tienen muy orgullosa.

"Hay una estigmatización con los niños, dicen: claro es de la aldea; pero ese niño que va a la escuela, está cumpliendo con un trabajo y sabe expresarse. Y no valoran ese logro, porque no saben que son sobrevivientes de historias, donde las personas que debían protegerlos no lo hicieron, entonces entendamos algunas conductas", expresó.

Como toda madre, Yenny ha tenido que defender en muchas ocasiones a sus hijos en el colegio, pero también cuando le toca sancionarlos, lo hace.

"Yo siento que esta es mi misión en la vida, por eso, en los días de la madre, cuando debo repartirme en las salas de mis niños para estar presente en sus actos y actividades, me siento pagada, es gratificante", dijo.

A pesar de que a veces tiene conflictos con sus niños, como toda madre logra buscar una solución para mantener unida la segunda familia que la vida le otorgó para sacarla adelante.

se estrechan vínculos

Esther Jeraldo tiene 54 años, tiene una pareja hace muchos años y también fue madre biológica. Toda su vida había ejercido como profesora de educación básica, hasta que su médico le sugirió cambiar de trabajo y optar por otro donde no se sintiera presionada.

"Llegué hace 5 años atrás a la aldea y cuando ingresé no pensaba quedarme por mucho tiempo. Pero aquí uno no se da ni cuenta cuando se va envolviendo en el trabajo y se va motivando con los niños", contó.

Los días de esta Mamá S.O.S. nunca son iguales, porque trabaja con diferentes tipos de niños con problemáticas varias y a su cargo tienen a 6 menores a quienes debe atender como una madre lo hace con sus hijos.

"Somos mamás para ellos, porque estamos las 24 horas del día en la casa y cumplimos el mismo rol de cualquier madre, por ejemplo, si el niño se portó mal en el colegio uno debe ir, y si se enfermó hay que retirarlo. En otros casos, hay niños que no quieren ir a la escuela y hay que buscar la manera de llevarlos, es un desafío sacarlos adelante", explicó.

En sus 5 años como Mamá S.O.S., Esther recuerda a una de sus hijas de la aldea que tuvo a su cargo hace un par de años, la cual tuvo que partir al sur a otra aldea para estar más cerca de su familia biológica

"Yo tuve una niña que tenía un apego mayor a mí, me decía mamá y cuando terminó octavo básico el 2014, ya no pertenecía a nuestra aldea, pero ella quiso que estuviera presente en ese momento tan importante, por eso la acompañé", recordó Esther, quien muchas veces debe dominar sus sentimientos cuando ve partir a uno de sus hijos de la aldea.

"Con nosotras, los niños logran suplir la falta de cariño que tuvieron. Por eso dan ganas de seguir trabajando por todos y no podemos tener preferencias. Aquí grandes y chicos son iguales, aunque hay niños que necesitan más atenciones que otros, una debe ser capaz de sentir eso y entregar lo mejor de sí", señaló.J