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Las bailarinas que roban los suspiros de los ariqueños cada noche en el show circense

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Son el alfa y la omega del Show. Valentina, Ailen, Sandra, Jiaritza, Leoncia. Aquellas diosas que llenan de brillo, colores y sensualidad las funciones del Circo Hermanos Vásquez.

El circo, como tradicionalmente se nos presenta, es una carpa azul al norte de la ciudad, que una vez adentro nos aleja de la luz y del calor. Pero, siendo más profundos, es un camino que desvía de la vida corriente hacia un mundo feliz y mágico.

Vestidas de lentejuelas, medias de mallas y coronas o adornos de plumas, atraviesan el gran telón y quedan expuestas por la luz blanca a las miradas de los caballeros que pensarán que son tan lindas todas que no logran concentrarse en una sola.

Las coreografías tienen pasos verdaderamente planeados, logrados en largas horas de ensayo. Son ellas, después de Alejandro, el animador, las que más presencia tienen durante la función. Deben salir al principio, entre cada acto y al final de show.

Pero ¿quiénes son esas jovencitas que les roban los suspiros a los hombres del público?

Detrás del telón

Sus nombres son Valentina Aguirre, Ailen Guzmán, Sandra Uribe, Jiaritza Gálvez y Leoncia Sánchez. Y excepto Leoncia, son niñas que no pasan de 23 años. La menor tiene 20.

Valentina y Ailen son de Argentina. Hace poco menos de dos meses iniciaron en este mundo mágico que es la función circense. Sin embargo, desde antes, vienen consagrando su vida al baile.

En Argentina se hicieron bailarinas profesionales. Llegaron a ser profesoras en su campo. Pero no era que se conocieran desde entonces. Sus vidas coincidieron solo ahora en el Circo de los Hermanos Vásquez.

Sandra Uribe es Chilena, como Jaritza. Lleva unos cuantos años trabajando en circos, pero sus inicios también fueron en las academias de baile. Pero la tradición circense de su familia tendría importancia en las decisiones en su vida profesional. Su padre y su tío, han sido y son artistas de circo. "Hasta mi abuela es contorsionista" contó.

Jaritza, nació y creció en el ambiente de los circos. Su familia tiene uno, al que perteneció hasta hace poco. Pero quiso explorar otras empresas y por ahora se encuentra contenta. Para la desdicha de muchos caballeros, está muy enamorada y próxima a casarse. "Él también trabaja en un circo", dijo, con una sonrisita y disimulando su timidez.

Leoncia es la mayor, pero mejor no dice su edad. Nació en Venezuela y ya ajusta siete años de trayectoria artística circense. "He trabajado en muchos circos… en Colombia también, y ahora en Chile".

Al terminar cada coreografía corren a los camerinos a cambiar su ropa y se preparan para la siguiente. Nada puede salir mal. Vuelven a salir manteniendo en los labios la risa y en el cuerpo la sensualidad, aunque el aire esté frío o haga calor.

Esta vez Valentina hace un número de danza aérea. Su compañero deberá tener firmeza en cada acto en el que deba levantar los cincuenta y tantos kilos de su cuerpo. No es problema. Bailan, se acercan, se alejan, se mojan. Un arnés los lleva al cielo y en su ascenso las gotas de agua resbalan de sus trajes y su piel, hace parte del show.

Al fin de la jornada

Estar en el escenario es su gran pasión. Pero apenas termina la función se liberan de las cosas que las encartan: los tacos, las coronas, las plumas, los guantes.

También sienten necesario escapar de las luces, que para los espectadores son tan bonitas, además, necesarias para el acto. Nadie sabe mejor que ellas cuánto esas luces hieren los ojos, la cara.

La gente tampoco se imagina para el arreglo de su cabello y el maquillaje de su cara gastan un hora cada día. Y otro tanto de tiempo, quitando el polvo del rostro, las pestañas postizas, las líneas en los párpados. "Toca hacerlo así para la función, por las luces, para que se vea de lejos. De cerca parecemos una pared pintada", dijo como una broma Valentina.

Solos dos viven en las casas rodantes del circo. Las demás habitan en algún lugar de la ciudad, desde donde se desplazan para cumplir su compromiso con el público que paga por ver el gran show. Sin embargo, aún cuando no sean muchos los asistentes, salen como los artistas: a darlo todo en el escenario siempre.

El amor al arte y a la vida sin monotonía, las mantiene hoy haciendo parte del elenco circense de los Hermanos Gómez. Entre tanto su cuerpo no crezca o los años no empiecen a marcar la piel, seguirán presentando su show, aquí y en otros lugares del mundo. J