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El aduanero que en 62 años nunca llegó tarde

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A sus 85 años, la vida de Filiberto González Arata tiene un cambio radical, ya que después de 62 años trabajando en el Servicio de Aduanas, se acogió a jubilación.

Sin embargo, la mayor satisfacción de este ariqueño, que nació un 1° de enero de 1930, es que al momento de la despedida ostentaba el honorífico título de ser el funcionario aduanero más antiguo de Chile con una impecable trayectoria.

Sobre cómo es que logró esta verdadera hazaña en tiempos que recién las famosas AFP recomiendan prolongar la vida laboral, don Filiberto cuenta aquí su receta.

"No fallé nunca en el trabajo y jamás llegué atrasado, cumpliendo en cada una de las destinaciones con turnos de noche y todo", revela.

Prueba de esta fidelidad y buena conducta profesional es que en sus años de servicio se cansó de recibir premios.

PREMIOS

El 2003, el entonces director nacional de Aduanas, Raúl Allard, lo distinguió con el premio "Reconocimiento al mérito" por sus 50 años en el servicio.

Y el 2013, recibió el "Testimonio al mérito", por sus 60 años, todo un récord.

Pero, la historia de este esforzado funcionario no comenzó en Aduanas, sino que primero, a fines de la década del 40, su primer trabajo fue en la histórica azufrera al pie del volcán Tacora, donde las ofició de bodeguero.

¿Y cómo fue que Filiberto González derivó en el servicio de Aduanas?

Él mismo recuerda que "en una oportunidad que bajaba en el tren desde "Aguas Calientes" (pueblo cercano al volcán Tacora), al llegar a la estación del ferrocarril en Arica, un aduanero me requisó unas mandarinas, fruta que era de Bolivia, situación que me llamó la atención y al conversar con un amigo que trabajaba en dicho servicio, me propuso presentar mis papeles".

Poco duró la espera, porque lo llamaron para empezar a trabajar en Aduanas.

Era el año 1953 y desde ese año hasta el 2015, nunca dejó de cumplir con sus obligaciones, ya sea soportando la altura y el frío de Chungará, o trabajando en el control de Cuya o en Chacalluta.

PUERTO LIBRE

En sus primeros años, fue destinado al tribunal aduanero en tiempos del recordado Puerto Libre, donde Arica se convirtió en el paraíso de los productos importados para todos los chilenos.

Filiberto González recuerda esos años con nostalgia relatando que "en Arica a esa fecha éramos pocos habitantes, pero con el Puerto Libre, el Presidente Carlos Ibáñez impulsó el desarrollo de esta ciudad".

En su labor del tribunal aduanero debía vigilar los trámites de las compras de los turistas.

"Ellos estaban autorizados a llevar cierto monto en dólares de productos importados como lo permitía la franquicia de ser puerto libre; y éstos eran perfumes muy finos, licores, artículos electrónicos, todo importado; fue una de las buenas épocas de Arica, así como la Junta de Adelanto de Arica", relata el ahora ex funcionario.

Luego de eso, fue destinado a distintos controles fronterizos en tiempos que no existían los medios técnicos sofisticados como los de ahora con máquinas scaners.

- ¿Cómo es que entonces detectaban los contrabandos o paso de drogas?

- Pura intuición y experiencia y como botón de muestra don Filiberto recuerda que "una vez en Chungará era de noche y en un bus de Bolivia, empezamos a controlar a los pasajeros, pero uno de ellos con un largo abrigo pasó detrás mío y le dije que debía hacerlo por delante, momento en el cual le hice una revisión por encima notando que tenía un bulto en su abdomen. Cuento corto, resultó que el sujeto llevaba adosado paquetes de droga".

LA FAMILIA

Sobre cómo fue conciliar este trabajo de tantas jornadas y lejos del hogar, responde que no ha sido nada fácil.

Con su primera mujer tuvo tres hijos y enviudó. Con su segunda esposa, otros tres hijos; 13 nietos y un bisnieto.

"Mucha paciencia me tuvieron por los turnos largos con más de 8 horas de trabajo", afirma.

Y ahora, a descansar y más de un viaje donde espera que ningún aduanero le requise ahora mandarinas. J