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La taxista ariqueña que corre como el viento

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Cuando Ana María Mamani Bonilla cumplió los 38 años, se dio cuenta que ya había cumplido la etapa de madre. Sus hijos estaban grandes y decidió retomar algo que había dejado botado mucho tiempo atrás: El deporte.

Hoy, a sus 52 años, mira hacia el pasado y se da cuenta que no se arrepiente de haber comenzado una carrera deportiva a tal edad, ya que hoy ha destacado en las categorías senior tanto de nuestra ciudad como a nivel nacional e incluso en el extranjero.

Al ingresar a su casa, podemos darnos cuenta que aquel cambio en su vida fue tan drástico que puede hacer gala de decenas de medallas y trofeos que cuentan una historia llena de glorias, en un corto tiempo que hace pensar que si hubiese dedicado sus años de juventud, estaría entre las más importantes atletas del país.

TIEMPO DE MADRE

Un estado físico envidiable presenta la madre de dos hijos ya adultos y formados, claro que con una lesión que la tendrá alejada de la alta competencia por todo el 2015. ¿Es así de grave? Claro que no, pero Ana prefiere dedicar tiempo a su trabajo de radiotaxista para pagar las deudas dejadas luego de haberse separado, hace un año.

Su especialidad es la resistencia. La fondista pertenece a las filas del Club Atletas Seniors de Arica, aunque en sus años de escuela practicaba un deporte totalmente distinto.

"Fui voleibolista desde los trece hasta los veinte años. El año 80 salí la mejor jugadora de vóleibol de Arica. Pertenecí también a la selección local. Primero jugué por el Politécnico que era mi colegio y luego llegué a la selección", cuenta la ariqueña.

Su vida tomaría otro camino tras casarse. En esa oportunidad decidió dedicarse cien por ciento a sus hijos. "Dejé deportes hasta que a eso de los 38 comencé a correr por mantenerme, por hacer algo de actividad física, ya que comenzaba a engordar. Corriendo en la playa me encontré con una ex compañera, también corredora, que me invitó al club", señala.

- Ya estaba trabajando cuando me separé. Nunca lo había hecho (trabajar), siempre me dedique a mis hijos, hasta que los niños entraron a la actividad y ahí comencé a hacer otras cosas. Un día, mi hermana me invitó a hacer el curso de conducción clase A 2 y a los 3 días de sacar la licencia me invitaron a trabajar en radiotaxi y acepté.

- No fue de aburrida. El trato que habíamos hecho con mi ex esposo en ese tiempo fue de que me dedicara a los niños y que no trabajara. Ya había cumplido esa parte y quería hacer algo por mí. Justo se me dio la chance y comencé a hacerlo, eso fue hace 4 años.

Poco a poco fue creciendo en el rubro. Ana inició como chofer de un dueño de taxi, lo que hizo durante un año. Luego de juntar el dinero junto a su marido compró su primer vehículo, el cual tenía sus años. Hace poco adquirió un taxi último modelo, el cual está pagando hasta la fecha y la pilló en tiempos de rutpura. Pero pese a esto, Ana no baja los brazos. Como mujer fuerte e independiente trabaja para realizar la cuota diaria y algo más, con el fin de cancelar sus deudas y volver ciento por ciento a la alta competencia deportiva.

- La verdad es algo que me ha dado mucha fuerza, me ha dado vida. Mi pasión es el deporte. Siempre me gustó hacer actividad física, pero por el hecho de estar casada, dejé todo de lado. Quise retomarlo muchas veces, pero no se daban las condiciones por distintas cosas. Una día decidí retomar de frentón el deporte y me dije a mi misma "el día que empiece a correr, no pararé más" y así lo he hecho.

Los 20 kilómetros son la especialidad de Ana, aunque en sus comienzos incursionó en los 800 metros planos, obteniendo el segundo lugar en la general y primer puesto en su categoría, algo que hasta el día de hoy la tiene orgullosa.

UNA SEGUNDA VIDA

Pero el deporte no sólo le ha otorgado a la ariqueña un cuerpo envidiable a sus 52 años, sino que además le han entregado la chance de viajar por distintas partes del mundo. Todo Chile, Perú y Colombia son algunos de los viajes que ha realizado como atleta senior.

- Yo vivía en los edificios Pukará, en la 11 de Septiembre. Lo que hacía en un comienzo era ver cuánto duraba. De mi casa corría solamente hasta (el Grupín de) Carabineros y me devolvía. De pronto, comencé a aumentar unos metros más, cada mes lo hacía. Sin darme cuenta corría 10 kilómetros.

En cuanto a la comida, nos confiesa que no tiene restricciones y que incluso la noche anterior había comido completos. "Es que con toda la actividad que uno hace, se queda rápido", explica.