Arica ayuda a los damnificados
Rumbo al estadio se dirigía un camión de bomberos lleno de ayuda para Atacama. Los voluntarios colgaban en la puerta mientras la gente les preguntaba donde podían ayudar.
Rumbo al estadio se dirigía un camión de bomberos lleno de ayuda para Atacama. Los voluntarios colgaban en la puerta mientras la gente les preguntaba donde podían ayudar.
Se revelaron debilidades extrañas y graves en los sistemas eléctricos, de comunicaciones y de gobierno. El apagón eléctrico y digital de varias horas habría sido por las inundaciones en Copiapó, que comprometieron los cables que se encuentran en esa ciudad. Raro porque Copiapó está en otro sistema interconectado, el SIC. Como sabemos el SING comienza en Taltal y los principales centros de producción y despacho se encuentran alrededor de Tocopilla en plena pampa de Antofagasta.
El apagón digital es más raro, pues las compañías de transmisión de datos usan canales diferentes y conectados en red (significa que los datos pueden usar diferentes rutas que el usuario no nota pues viajan a la velocidad de la luz). Así, se ha dicho, hay dos cables ópticos y una red de microondas entre Santiago y las regiones del Norte. ¿Cómo ocurre que falla todo simultáneamente?, ¿Cómo una inundación afecta a las microondas?. Peor aún, hay alternativas de vías pues a Arica llega el cable submarino SAM-1, con una capacidad de transmisión de 1,92 Tb/s (10 millones de veces la velocidad de transferencia de una conexión de internet domiciliaria). Además nos enteramos que hasta las comunicaciones en red fija circulan sólo por medios digitales de manera que quedamos incomunicados, sin posibilidades de acceder a dinero, ni en bancos, ni en cajeros… en la prehistoria.
Y parece que nuestras autoridades lo encuentran de lo más normal pues se limitaron a informar cándidamente del corte del cable de Copiapó.
Aquí, como en todo país civilizado, hay, al menos, responsabilidades civiles. Las empresas eléctricas y de comunicaciones deben pagar todas las pérdidas del día de inactividad en las regiones I y XV. Es inaceptable la indefensión que mostraron los sistemas en estos días y, con respeto a Copiapó, resulta impresentable que un problema en una zona minúscula genere este nivel de perturbación, aislamiento y riesgo en todo el resto del Norte. Peor que hace 40 años, tiempos de la análoga radio.
Ayer una familia se refrescaba en la desembocadura del Río Lluta con su fiel can, que jugaba con ellos cuando de repente fue arrastrado por la corriente 3 metros sin poder salir, hasta que lo logró.
¡Solo fue un susto!
E l sismo registrado la madrugada del lunes generó preocupación en Iquique, Alto Hospicio y en las comunas ubicadas al interior de la Región de Tarapacá. Según el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, el movimiento telúrico alcanzó los 6,3° en la Escala de Richter y no provocó pérdidas humanas ni daños materiales de mayor consideración.
A casi un año del terremoto que sacudió a las regiones de Tarapacá y de Arica y Parinacota, el movimiento telúrico del lunes reafirmó la necesidad de mantener una preparación adecuada ante los eventos de la naturaleza.
Pese a la tecnología actual, todavía es imposible predecir una catástrofe de este tipo. Sin embargo, los expertos son claros en reafirmar que nos encontramos en uno de los países más sísmicos del mundo. En efecto, el territorio nacional ha sido escenario de dos de los mayores terremotos de la historia, esto considerando las catástrofes de Valdivia (22 de mayo de 1960) y Cobquecura (27 de febrero de 2010).
En ese contexto, es indispensable que la ciudadanía revise y actualice sus planes de emergencia, aplique la experiencia y propicie el diálogo familiar respecto a las medidas de seguridad, tanto aquellas que deben implementarse en el hogar, en los establecimientos educacionales y en los puestos de trabajo.
A casi doce meses del último terremoto es evidente que el grueso de la comunidad está mejor preparada que en 2014, no obstante muchas personas bajaron la guardia y asumieron nuevamente una actitud pasiva respecto a este tipo de fenómenos. Vale preguntarse, por ejemplo, cuántos hogares mantienen y han renovado las mochilas de emergencia, cuántos colegios tienen contemplado fortalecer los contenidos relacionados con este tipo de situaciones y cuál es el trabajo multidisciplinario que las autoridades han propuesto al respecto.
Decir que Chile no está preparado para enfrentar movimientos telúricos de gran envergadura es faltar a la verdad, sin embargo, siempre es conveniente revisar y reestudiar cada una de las acciones que buscan fortalecer la prevención.