La Ciudad Deportiva de Iván Zamorano, una casa de Peñalolén y el cerro San Cristobal fueron ayer los escenarios escogidos por la producción de "Matriarcas", la nueva teleserie de Televisión Nacional, para comenzar las grabaciones de la próxima apuesta vespertina. La actriz Claudia Di Girólamo, quien este año regresó a las filas del canal público tras varias temporadas en Chilevisión, lidera el elenco que este lunes se movilizó a estos tres puntos de la capital para rodar las primeras escenas de la historia escrita por Sebastián Arrau. "Matriarcas" cuenta la especial búsqueda que inicia Diana Názer (Di Girólamo) tras enterarse, de la noche a la mañana, que su hijo Alexis (Emilio Edwards) tiene 33 hijos de distintas madres que ella se propone encontrar a toda costa. En el proceso se asociará a Gary (Francisco Reyes), un encantador, pero algo tránsfuga personaje que la acercará a las mamás de estos nietos: Chantal (Blanca Lewin), Matilde (Josefina Fiebelkorn), Juliana (Andrea Velasco), Constanza (Catalina Saavedra) y Grace (Coca Guazzini).

A medida que Diana va encontrando a estos nietos y conoce sus respectivas familias, se van generando los conflictos que serán la base de la trama que tiene como elementos centrales el romance, la intriga y la comedia.

"Hoy comienza la materialización de un proyecto que hemos trabajado por meses", comentó Verónica Saquel, productora ejecutiva de la teleserie. J

l Dos jueces del programa de talento "The X Factor" de Nueva Zelanda fueron despedidos tras abusar verbalmente de uno de los concursantes.

Según informaron medios extranjeros, la cantante Natalia Kills y su esposo, el también músico, Willy Moon, tuvieron que abandonar el programa, luego de que el sábado se emitiera un capítulo en vivo, en el que criticaron duramente al concursante Joe Irvine después de su presentación.

"Eres un hazmereír. Es cursi, es asqueroso (su presentación). Personalmente lo encuentro completamente una atrocidad artística",afirmó Kills.Ambos jueces no tuvieron reparos en sus dichos. J

l Una nueva edición del festival Lollapalooza ha concluido, y en las primeras horas posteriores asoman aspectos que de entrada llaman la atención: Fue un año más difícil, con una convocatoria menor, público que se demoró más en arribar hasta el Parque O'Higgins (sobre todo el domingo), e insólitos 33,7 grados de temperatura máxima arreciando sobre Santiago.

Sin embargo, después de un respiro comienzan a asomar otros aspectos en la evaluación, que hacen de esta edición del evento una que perfectamente puede estar a la altura de sus predecesoras.

Es cierto, no se contó con la riqueza de cartel de los años 2013 o 2014, pero en cambio se avanzó en servicios y en rodaje, y se logró concentrar el peso en varias figuras destacables.

Los públicos se ampliaron, y el menú pareció encontrar el equilibrio para todos. J