Chile, país de eufemismos
Por Dios que nos cuesta decir las cosas por su nombre y expresarlas en su real dimensión. Bien sabemos que nuestro idioma -el español o castellano- es tremendamente rico en palabras de distintas acepciones. Sin embargo, nos limitamos a ocupar las mínimas y a disimular sus conceptos. Lo otro es poner de moda algunos términos y usarlos "a todo evento" y, lo peor, el deplorable deterioro del idioma en el lenguaje cibernético.
De todos estos vicios, por ahora, el más preocupante -dada la contingencia- es el excesivo uso de los eufemismos que no es otra cosa que "una palabra o expresión utilizada para sustituir un vocablo que socialmente se considera ofensivo o de mal gusto"; lo que no es reprochable en ese contexto. Lo que sí merece reparos es la utilización de esta herramienta idiomática para atenuar conductas o distorsionar realidades disfrazándola con palabras suaves o "políticamente correctas", para de ese modo tratar de adormecer a la opinión pública que se siente francamente vulnerada, impotente y hastiada.
Así, en nuestro último acontecer hemos escuchado frecuentemente conceptos atenuadores de la realidad que lejos de ello, más bien llaman a la desconfianza y a la ironía. Por ejemplo, en el caso judicial "Penta" se habla de "dineros irregulares en las campañas políticas" en vez de engaño y robo al erario nacional o que los involucrados arriesgan ser derivados a un "centro de reinserción social" lo que es la común cárcel. Por otro lado, se insiste en tratar al affaire "Dávalos Bachelet-Luksic Craig" como "caso Caval" (¿se pretende borrar luego de la memoria la identidad de los principales involucrados?). Otro término son las "aristas" que no es otra cosa que la continuidad de maniobras de corrupción que implica a políticos y empresarios y así muchos otros ejemplos.
Los ciudadanos de "a pie" es decir los que nos procuramos nuestro honesto sustento, los simples asalariados o los sacrificados emprendedores seguimos "pelando el ajo", pero eso sí "ojo al charqui" hasta la próxima "fiesta de la democracia" cuando los "políticos callen y las urnas hablen" ¡Que ingenuidad!