El crítico momento que vive la clase política en nuestro país se encontró con una frase del presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, quien dijo esta semana que "hoy ser político es una degradación". El diputado, de esta manera, reconoció los resultados el "termómetro" popular que se hizo sentir con especial claridad durante el Festival de Viña del Mar.

Y es que durante las primeras noches de festival, los humoristas de turno se encargaron de repasar la actualidad política nacional con chistes e ironías que más que risas, terminaron por sacar pifias y reprobaciones de los asistentes a la Quinta Vergara. Menciones a personajes y hechos de la actualidad nacional dieron cuenta del rechazo con el que la ciudadanía reacciona hoy cuando se habla de política.

Es por eso que Andrade reconoció que la clase política ha llegado a convertirse en tema para trivialidades y que de seguir este curso, los próximos humoristas del festival tendrían que ser los mismos políticos, "y advierto que no se va a reír nadie", sentenció.

En medio de la voluntad expresada por el Gobierno de trabajar en un proyecto transversal que regule la relación que existe entre la política y los negocios, especialmente tras los casos Penta y Caval, aparece el llamado del timonel socialista para hacerse cargo de un problema que no es nuevo, pero que hoy pareciera tomar fuerza y encontrar eco en una ciudadanía cada vez más escéptica de sus líderes.

El nepotismo, la falta de transparencia, los conflictos de intereses, el uso de información privilegiada y de influencias, el lobby y otros tantos temas que han sido asociados a la actividad política y que han sido advertidos por la comunidad, han restado confianza a grados críticos.

Es por eso que hoy es necesario que, junto a un trabajo legislativo en torno a estos problemas, exista una plena convicción y compromiso en los actores nacionales para poder volcar la impresión negativa que en estos momentos la clase política ha estado entregando al país, y que se ha expresado, especialmente, mediante la baja participación electoral.

Hace unos días leí como se prepara la Dirección de Relaciones Económicas de la Cancillería (DIRECON) para enfrentar el año 2015. Va en la dirección correcta y saca aplausos (al menos de mi parte). En síntesis, comenzó un ambicioso programa para promover las exportaciones de las empresas pequeñas y medianas. En nuestro país poco más de 300 empresas de gran tamaño concentran sobre el 90% de las exportaciones. Sin embargo hay casi 200.000 empresas (PYME) que han exportado montos menores. Estas empresas exportan manufacturas, servicios y productos tecnológicos, especialmente a países de desarrollo similar al chileno, en su mayoría en el vecindario latinoamericano.

En el programa Direcon hay alianzas con Sercotec, Corfo, Pro Chile y los Gobiernos Regionales, es decir considera un despliegue regional de apoyo a las exportaciones. Más interesante, es el "programa de operadores económicos autorizados" que agilizarán y apoyarán las exportaciones de empresas que no tienen el desarrollo administrativo suficiente para ello. Fantástico, hace veinte años observábamos que la mayor parte de las exportaciones de países como Japón, Brasil y Alemania las realizaban empresas dedicadas al comercio exterior, las trading. Éstas tienen un trato especial en sus países de origen y se especializan en la detección de oportunidades de negocios.

Además el programa de la Direcon se realiza en el mejor momento posible. Con precios de la energía bajos y tipo de cambio alto, las oportunidades para un desarrollo exportador diversificado son inmejorables. Las últimas cifras económicas lo confirman. Así la balanza comercial de enero registró un alza del 14% de las exportaciones y una disminución del 19% de las importaciones. El superávit comercial alcanzó los US$ 1.376 millones. El 2014 hubo un alza récord (15%) de la inversión extranjera directa, mientras en el resto de América Latina disminuyó en un 19%.

Finalmente Chile retoma el buen camino.