San Marcos de Arica vive días más que felices. Son días históricos y cargados de esperanzas, que también entregan una gran cuota de tranquilidad. Por primera vez en su historia el elenco celeste se ha transformado en protagonista de un torneo de Primera División, coqueteando con el liderato y dando pasos entre gigantes.

Y es que en un medio como el nuestro, con sociedades anónimas cuyas acciones crecen o se desvalorizan al ritmo de los goles, se agradece el aroma a romanticismo que ofrecen los clubes de provincia con un regreso a la esencia misma de esta actividad, principalmente representativa, comunitaria, familiar y social. Es por eso que la campaña que realiza El Bravo ha ganado lugar en el diálogo público, en la conversación del día lunes, en el desayuno que inicia la semana, como antaño.

Y es que las comunidades, especialmente en provincia, necesitan de éxitos, necesitan de aquellos representantes que superen incluso distancias y postergaciones. Y San Marcos de Arica está logrando eso, simplemente a partir del fútbol.

Lo que le queda en la cancha son sólo desafíos, en los que la convicción y el apoyo de toda la comunidad le permitirán seguir escribiendo una historia, hasta ahora inédita y colmada de sueños y esperanzas. Y es en este caso, cuando el respaldo y la identificación de la afición local con la institución se hacen muy importantes.

No todas las ciudades de Chile tienen el privilegio de contar con fútbol de Primera División, como hoy, tampoco todas las hinchadas pueden decir que el equipo que los representa y que representa también a su ciudad está peleando la posibilidad de un título o un torneo internacional.

La afición local y la ciudadanía en general debe valorar no sólo este momento que atraviesa el club, sino el significado de tener el fútbol como una manera de representación y de entretención familiar y comunitaria. Todo aquello forma parte de lo que hoy es San Marcos de Arica para la ciudad y lo que está ofreciendo en la cancha que simplemente es, escribir una nueva historia.

Me encanta recorrer Chile con mi familia. Aficionado al "camping" con buena carpa. Guardo gratos recuerdos. Razones de costo de los estudios universitarios de mis cuatro hijos afectaron el presupuesto familiar y pararon mi afición. Ser profesores, tener un vehículo y una casa no permitían acceder al famoso crédito universitario. Éramos "potentados". Con esfuerzo logramos que nuestros hijos se educaran sin dejarles la "joroba" que significaba embarcarse en las deudas crediticias. Hoy todos son profesionales y cuando nos juntamos reiteradamente recordamos aquellas vivencias en carpas que favorecieron muchísimo la gestión formativa. Era una época que permitía brindarse estos gustos. Cuesta reconocerlo pero viajar a través del país resulta carísimo. De años le había prometido a mi esposa un viaje al sur de Chile en uno de los barcos "Scorpion", que navegan por los parajes maravillosos del sur. Logré juntar lo que consideré suficiente para cumplir este anhelo pero costaba una millonada que no estaba dispuesto a pagar por un paseo que duraba 5 días. Le entregué mis ahorros a mi esposa para que se las arreglara y buscara un lugar que le agradara. Lo logró. Eligió Varaderos (Cuba) pese a que no me gusta salir de Chile. ¿Costo?... a nuestro alcance. Fueron 8 días con todo incluido que nos permitieron conocer la notable concepción turística que se brinda al visitante. Comidas, aperitivos, espectáculos, bailes, gimnasios, saunas, etc. Veinticuatro horas de atención esmerada. Hasta el más humilde de los atentos garzones dominaba el inglés. Paseos y clases bailables de los cubanos con sus extraordinarias orquestas. Sin duda Varaderos cumplió con creces nuestras expectativas. Para el final, nuestra más grata experiencia: nadar, ser paseados, lanzados a las alturas por enormes y simpáticos delfines cerraron el ciclo vacacional. Nos dieron sus buenos costalazos, sin tener tiempo "para tomarles la patente". Luego, maternalmente premiaron nuestra audacia con sus insistentes besos. Visitar Cuba con todos sus problemas, resultó inolvidable.