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Inmigrantes en Arica: El difícil camino tras la búsqueda de sus sueños

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El fenómeno de la inmigración no es sólo chileno, basta mirar lo que sucede en América del Norte y en Europa. Y en América del Sur, en parte de Brasil y Argentina.

Todos los países del mundo tienen políticas que permiten el ingreso de extranjeros por razones de turismo, estudio y trabajo; la primera, desde luego, no es fuente de preocupación sino cuando ésta es el medio para concretar un ingreso que guarda otros motivos.

No obstante, en todos estos casos Chile tiene una solución para los inmigrantes si la entrada al país lo ha sido en forma regular, vale decir, efectuando los controles administrativos que están dispuestos al efecto, como los de Policía Internacional y los otros, correspondientes a departamentos de extranjería del Ministerio del Interior, a través de los cuales pueden obtener las llamadas residencias temporales y definitivas.

En Chile, la cantidad de inmigrantes llega a casi medio millón de personas, las que en su mayoría han venido a trabajar, a buscar nuevas fuentes de desarrollo personal y familiar; a establecerse junto a sus familias en un país de mayores oportunidades, porque en sus lugares de origen ya no las han encontrado por diversas razones, o porque simplemente las actividades que realizan son mejor pagadas aquí.

prejuicio latente

En torno al ingreso casi masivo de inmigrantes que se concentran en ciudades que presentan un potente progreso, como Iquique, Antofagasta y Santiago, se han tejido un sinnúmero de ficciones como aquellas que se refieren a que son personas que no se apegan a las normas legales; que carecen de competencias o de educación para ejecutar trabajos; que le quitan la salud, la educación y los trabajos a los chilenos; que se desempeñan en su mayoría en la informalidad y que lo que obtienen dentro del país lo envían a sus países sin pagar impuestos, entre otras.

Lo cierto es que ninguna de estas situaciones es posible asegurarla sin que se incurra en una falacia, porque ninguna de ellas es absoluta respecto de todos los inmigrantes que han llegado a Chile desde los años 90.

Un gran porcentaje de extranjeros ha logrado su permanencia regular en el país, pudiendo exhibir toda su documentación que les permite trabajar, acceder a los sistemas de ahorro previsional, de salud, de educación para ellos y sus familias, establecer negocios con sus respectivas patentes y pagos de impuestos.

No olvidemos que Chile, desde la Colonia, ha recibido inmigrantes y que todos ellos han ayudado al desarrollo del país en todos sus aspectos.

Debemos resaltar, que permanecer en el país sin contar con las debidas autorizaciones no constituye un delito, vale decir, el inmigrante no se transforma en un delincuente, sólo infringe con esta situación normas administrativas que, eventualmente, sólo pueden originar la aplicación de multas y hasta la medida de expulsión del país.

La realidad actual impone a nuestro país preocuparnos de construir normativas que generen una convivencia armónica con los inmigrantes en todas las regiones del país y que les permita regularizar sus situaciones de permanencia en Chile, junto a sus familias.

más alla de los sueños

María Fernanda Suárez llegó a los 17 años desde Bogotá, Colombia, en busca de nuevas y mejores oportunidades a la Eterna Primavera.

Su testimonio, así como el de muchos de sus compatriotas residentes en Arica, abraza una historia de dulce y agraz.

"Cuando arribé a la ciudad soñaba con terminar una carrera universitaria que me permitiera ingresar al mundo laboral. Para eso, ingresé a la carrera de Perito Forense que ofrecía en ese entonces la Universidad del Mar, pero no resultó. Luego, entré a la Universidad de Tarapacá a estudiar Ingeniería Comercial; llegué hasta cuarto año y se me hizo imposible seguir allí, porque esa casa de estudios no ofrece alternativas en becas para extranjeros, hecho que me desilusionó demasiado", relató.

La joven de 25 años contó que "gracias a Dios, y luego de mucho esfuerzo y dedicación, el Liceo A-5 me entregó la oportunidad de trabajar en sus dependencias y me desempeño como encargada de la subvención escolar preferencial (…) Si bien los ariqueños tienen un trato muy respetuoso hacia mi persona, pienso que es porque soy de tez blanca y de ojos claros, lo que no ocurre con la mayoría de mis compatriotas que viven acá, y eso lo deben cambiar".

Las primas Jordina Carvallo (24) y Carla Villalba (29), son oriundas de Sucre y Santa Cruz, Bolivia, respectivamente.

Estas jóvenes trabajan en la empresa boliviana Salteñas y Empanadas "Hamaca", y comentaron que "mayormente, los extranjeros viajamos a otros países tratando de lograr las metas que no podemos alcanzar en nuestra ciudad natal. Al principio cuesta acostumbrarse a no estar cerca de la familia en momentos especiales, pero es el precio que hay que pagar para conseguir tus sueños". J