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Los secretos no revelados que esconde el Mercado Central

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Una gruesa losa de concreto, instalada por funcionarios del Ejército entre 1971 y 1972, en una excavación donde se habrían encontrado reliquias de la Guerra del Pacífico, es el paso entre la realidad, el mito y la leyenda, de quienes aseguran que esa galería del Mercado Central se conectaría a una red de túneles construidos en los tiempos de la Colonia, por los frailes de la orden del Convento de San Francisco de Asís.

Estos antecedentes se habrían hecho realidad con el ingreso de un equipo de arqueólogos y funcionarios municipales, en 1991, quienes encontraron en el sector denominado galería, a tres metros de profundidad, un cementerio colonial que data de 1714.

Esa historia, es el aura del lugar y, seguramente se ha transformado -con el paso del tiempo- en su seguro de vida, ya que el Mercado Central, pese al decreto de demolición que tiene desde 1989, ha logrado permanecer en pie, como un herido de guerra, con sus estructuras vacilantes, que reflejan las inclemencias de décadas de uso y, obviamente, los terremotos que le han afectado a lo largo de la historia.

Luego de años de bonanza y de ser el centro neurálgico de abastos y verduras, el Mercado Central se fue quedando en el desarrollo, y de 101 locatarios en el tiempo del Puerto Libre, hoy quedan 14 personas, que lo han mantenido activo.

Sin embargo, esa espera casi agónica de los locatarios y de la comunidad en general por mantener activo un sitio patrimonial, tuvo su fin con la información proporcionada por el alcalde Salvador Urrutia, en relación al proyecto de remodelación y restauración al que someterán a la mítica estructura del casco antiguo.

La iniciativa, de concretarse, podría tener inicio de obras en el 2017, aunque para eso se requiere del estudio de diseño, que será elaborado en forma participativa con los actuales locatarios, quienes se mantendrán en el mercado, tal como lo han hecho toda su vida.

De esta forma el mercado retomará la fachada de recova, que incluirá un lugar de eventos, un sitio para artesanías y conservará los puestos de comida, de zapatería, florerías, frutas y verduras. Además, se resguardarán los signos de 300 años de ocupación española, los 64 que estuvo como parte del territorio peruano y, también, los casi 135 que ha pertenecido a Chile.

Los usos que ha tenido el lugar durante la historia han sido diversos y no precisamente exclusivos de un mercado. Tras ser levantado con los pilares de hierro que quedaron de la Aduana que fue destruida por el maremoto de 1868, fue parte del regimiento peruano Junín, que defendía la ciudad, durante la Guerra del Pacífico.

Luego, en período chileno, fue usado como caballeriza, donde el general Manuel Baquedano llevaba a su caballo "Diamante". También habría sido sitio de prisioneros peruanos (cerca de tres meses) a la espera de los barcos de guerra chilenos que los trasladaban posteriormente a las cárceles del sur de Chile, en pleno conflicto.

Incluso sirvió para el arribo de plebiscitarios durante los 50 años que duró el proceso para determinar a qué país pertenecerían Arica y Tacna, instancia de cautiverio que finalizó en 1929.

REALIDAD O LEYENDA

Sin embargo, lo que ha mantenido viva la figura del Mercado Central, es la historia o mito de los corredores subterráneos, que se enlazaban con otras iglesias y que servían para hacer frente a la invasión de foráneos y piratas que llegaban a saquear el poblado, en plena época colonial.

De hecho esa realidad o leyenda es la que permite que lleguen cientos de turistas atraídos por ese velo de misterio, pese a la situación de decadencia que presenta su infraestructura en la actualidad, debido a la falta de interés de hubo por rescatarlo anteriormente.

En la ciudad existen muchas personas que dicen conocer la historia del lugar y como en todas partes hay detractores y seguidores del tema. No obstante, este medio basó el reportaje en los antecedentes del historiador local Ricardo Castro, quien es fundador del Comité de Protección del Patrimonio Histórico y Cultural y Ecológico de Arica y uno de los principales defensores del lugar y, principalmente, de los mitos y leyenda que lo rodean. Fue él quien junto a un equipo de la Municipalidad de Arica, encabezado por el arqueólogo Guillermo Focacci Aste, dieron el paso para esclarecer la leyenda el 21 de septiembre de 1991, específicamente en los locales 19 y 20 del sector de la galería, donde se ubicaron anteriormente restaurantes de la época del Puerto Libre.

El grupo excavó en el mismo lugar donde anteriormente se tenía conocimiento que los militares habían realizado excavaciones, entre 1972 y 73. Como una caja de pandora, lo que encontraron fue el goce máximo para un historiador. Efectivamente había unos vestigios que eran parte de un cementerio colonial que data de 1714 donde hallaron féretros y osamentas de los religiosos y feligreses y que estaba cerca de donde los militares habían excavado anteriormente. "A partir de argumentos históricos y la costumbre que tienen los ariqueños de traspasar los hechos de importancia en forma de comentarios de generación en generación, me dió la pauta que existiera la posibilidad de que los religiosos hayan hecho construir la red de túneles para comunicarse con los edificios eclesiásticos y defenderse de los continuos ataques y saqueos de piratas por la atracción que ofrecían los embarques de plata de Potosí, que hacía la Corona Española en la época monárquica", detalló el historiador local. Posteriormente el lugar de la excavación fue nuevamente tapado con una losa de concreto, quedando, los mitos y leyendas de los túneles enterrados para siempre, por lo que hoy la única realidad cierta y valedera es que el Mercado Central será restaurado y será esa nueva figura la que perdure y siga manteniendo el misterio para las generaciones futuras. J