El derecho penal constituye la mayor demostración del poder del Estado, el uso de la coacción contra sus propios ciudadanos. Por lo mismo, se espera que se ocupe en casos justificados, en la protección de intereses que se consideran vitales para la sociedad, y en forma igualitaria y no discriminadora.

Sin embargo, cuando observamos la realidad, podemos constatar que nuestro sistema penal por completo es fuertemente discriminador. No sólo hay una fuerte penalización en los delitos contra la propiedad, en desmedro de los delitos contra las personas, sino que además existe un fuerte sesgo de clase en la forma de realizar la persecución penal y en las penas que se asignan por los ilícitos. Por ejemplo, los fraudes tributarios (imposible no pensar, por nombrar uno, en el caso Penta) tienen penas ridículas, que usualmente no se aplican en forma efectiva sino con beneficios. Estamos hablando muchas veces de fraudes de millones de dólares, con un perjuicio enorme para el Estado y por ende para toda la sociedad, en que existe, como para la mayoría de los delitos de cuello blanco, una verdadera percepción social de que se trata de "pillerías", de gente que actúa al límite porque el ordenamiento jurídico lo permite y que no hacen más que ejercer sus derechos. Se les protege y justifica. Se les considera como gente educada, profesional, que merecen más oportunidades, y que no cometen delitos, sino que "errores involuntarios".

Por otra parte, el autor de un robo recibe condenas superiores a los cinco años, siempre de cumplimiento efectivo, siempre menospreciado por la sociedad y tratado de una manera denigrante en un sistema carcelario infrahumano. Pero pareciera dar lo mismo. Son pobres. "Flaites". Merecen eso y más. Incluso ahora son torturados al ser detenidos por la gente en los verdaderos linchamientos a que dan lugar las famosas detenciones ciudadanas, todo con la más absoluta impunidad.

El sistema penal dice mucho de una sociedad. Si queremos humanizar la nuestra, necesitamos equilibrar este sistema y avanzar hacia uno igualitario, no clasista y respetuoso de los derechos humanos de todos, no sólo de algunos pocos privilegiados.

Un cartel indica al costado del edificio su fecha de construcción: el año 1875. En principio fue conocido como una Recova, definido como un "lugar público en que se venden las gallinas y demás aves domésticas". Lo cierto es que así fue como nació el Marcado Central de Arica. El mismo cartel en su entrada por calle Sotomayor agrega que desde 1904 pertenece al municipio.

Se trata de un edificio centenario que a pesar de ser un testigo presente de la historia de esta ciudad, permanece postergado y sin la atención o el lugar que debería vestir a un patrimonio arquitectónico de este tipo.

Es por eso que es bienvenido el anuncio realizado por el alcalde Salvador Urrutia, en torno a la creación de un equipo técnico que trabajará en el rescate de este edificio que, por todas sus características, puede convertirse en un eje diverso para la ciudad.

El trabajo se realizará junto a la Fundación Altiplano, que tiene experiencia en el rescate del patrimonio regional, particularmente con su trabajo en la recuperación de fachadas en iglesias de los pueblos del interior.

Este tipo de iniciativas permite recuperar de manera práctica y sustentable obras a las que el tiempo ha pasado la cuenta, pero que por la misma razón, tienen un significado ineludible para las comunidades. Más aún, es un capital histórico y patrimonial, que perfectamente puede ser aprovechado en términos turísticos.

Hoy, renace el proyecto para que Arica tenga una recova como la tuvo antaño. Un mercado central digno de la ciudad y que sea un fiel reflejo de sus raíces y sus vecinos, de sus productos y su oferta amplia.

Lo que viene es ver cómo se realizará este proyecto, el que también puede contemplar el rescate histórico del recinto, respecto al cual existe una serie de consideraciones que se mueven entre la leyenda y la realidad, que le dan aún más atractivo.

La comunidad ariqueña seguramente se mantendrá expectante respecto a este valioso proyecto que pone en valor el patrimonio local.