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Por el Pibe Valderrama dejóel fútbol por la medicina

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El doctor Andrés Isaza Gómez (47) es un reconocido traumatólogo en el puerto de San Antonio. Diariamente atiende a cientos de pacientes en su consulta. Su vida pasa entre la familia, el trabajo y su labor de vicepresidente del club deportivo San Antonio Unido, que juega en la Segunda División Profesional. El fútbol es su gran pasión, la otra es la medicina.

Isaza nació el 10 de junio en la ciudad de Cali, en Colombia, en el seno de una familia cuyo patriarca era su abuelo, Tulio Gómez, un próspero empresario que era dueño de una cadena de ferretería.

'Mi abuelo fue siempre mi imagen paterna', cuenta al recordar que con él empezó a ir al estadio para ver los partidos del Deportivo Cali, club en que a los 13 años el adolescente Isaza entró a jugar en las ligas menores.

'A los 16 años pasé al equipo de segunda y a los 17 años debuté en el equipo de Primera División', recuerda el doctor.

'Estuve dos años en el equipo de Primera pero no tuve ninguna opción porque en esa época estaba Bernardo Redín, el Pibe Valderrama y el Mortero Aravena', rememora sobre esos días, en los inicios de los años 80.

Como Andrés Isaza jugaba de 10, igual que Valderrama, sus opciones de entrar a la cancha eran mínimas. 'Cuando el Pibe estaba en la Selección, se lesionaba o cuando el DT quería hacer 4-4-2 yo podía jugar; yo era la banca del Pibe, y él era un jugador maravilloso', relata.

A los 18 años, postuló a la universidad y quedó en la carrera de Medicina.

'Ellos (Valderrama y Redín) tenían un trato súper agradable y siempre me aconsejaban y me decían que aguantara estando en la banca porque tenía condiciones para jugar y que en algún momento yo iba a salir. Estar en la banca no es fácil pero yo sabía que yo no era más que Valderrama o Redín, que eran figuras. Quizás si el Deportivo Cali no hubiese tenido a Valderrama, yo habría tenido más opciones como volante de creación. Siempre me quedé pensando que hubiera pasado si Redín y Valderrama no estuvieran adelante', admite.

'De niño siempre quise ser médico, pero también futbolista. Hablé con mi abuelo y mi mamá y decidí estudiar Medicina; ese fue el gran primer dilema de mi vida, porque para mí el fútbol es una pasión. Así abandoné el fútbol profesional', confiesa.

Esa experiencia le dejó un imborrable recuerdo. 'Era un lujo estar en ese equipo porque yo aprendí mucho de ellos', recalca.

A los 25 años, Andrés Isaza se tituló de médico. Buscó especializarse en traumatología y así fue como, en 1993, llegó a la Universidad de Valparaíso, donde inició un largo periplo no ajeno a complicaciones.

'Yo lo que sabía de Chile era sólo algo del Festival de Viña', dice.

Antes de viajar a Chile, Isaza contrajo matrimonio con Liliana Ovando, el gran amor de su vida. Ambos están juntos desde cuando eran apenas unos quinceañeros.

'Me vine a Chile pensando que esto sería fácil pero terminé viviendo en el último piso de un hotel en una habitación que no tenía salida a la calle ni luz natural', declara.

En la universidad porteña, Andrés Isaza se dio cuenta de que los chilenos no son tan amables y cálidos como es la gente de los países tropicales.

'La gente no me recibió muy bien y viví un periodo complicado de adaptación, incluso bajé 20 kilos en tres meses. No me gustaban las comidas. Tomé la decisión de congelar y volver a Colombia', narra.

'Mi abuelo me dijo que cuando uno comienza algo tiene que quedarse hasta terminarlo. Él me dijo que 'si tú no te vas para Chile nuevamente a terminar lo que empezaste, nunca más entras a esta casa', expresa.

Así fue como regresó a Chile con la firme convicción de que concluiría el curso de especialización en traumatología. Esta vez se vino junto a su mujer.

Fue en ese tiempo en que su abuelo falleció. 'No tuve plata para viajar a su funeral y ese es un gran dolor que tengo', admitió.

Tras ese duro trance, Isaza comenzó a trabajar en una empresa de médicos a domicilio. Había decidido rendirle honor a las enseñanzas de su abuelo y terminar con lo que la meta que se había impuesto.

Pese a que Chile ya le empezaba a acomodar y que consiguió trabajo en el hospital Carlos van Buren, en el Instituto de Seguridad del Trabajo de Viña del Mar y luego en el hospital Claudio Vicuña de San Antonio, en 1999 Isaza debió volver a Colombia, pues tenía un compromiso con su esposa para regresar cuando finalizara su especialización. Vendieron todo y se fueron junto a Andrea, la hija mayor.

La situación de Colombia había cambiado en el año 2000 y Liliana Ovando tuvo miedo de vivir en su propio país, ya que la inseguridad había crecido cruelmente. Le dijo a su esposo que quería irse nuevamente a Chile. Así lo hicieron y en junio del año 2000 San Antonio apareció nuevamente en el mapa de los Isaza-Ovando, ya que su mujer envió una carta a distintos hospitales chilenos pidiendo una oportunidad de trabajo para su marido.

En el puerto de San Antonio, Isaza ingresó a prestar servicios en la Clínica San Antonio y en el hospital Claudio Vicuña.

'Poco a poco nos empezó a ir mejor', cuenta sobre su nueva estadía en San Antonio, donde se reencontró con el doctor Jorge Rivas Negrete, a quien conoció en la Universidad de Valparaíso.

En San Antonio nació su segundo hijo, Nicolás, quien 13 años, y la familia se instaló en una casa en Santo Domingo.

'Con mi esposa ya estamos nacionalizados y nos hemos acostumbrados totalmente a San Antonio y a Chile. Yo me he chilenizado mucho pero a mi esposa le ha costado más y aún conserva el acento. Chile es mi segunda patria y aquí voy a morir', recalca.

Hoy sólo atiende en su consulta privada en un centro traumatológico recién inaugurado en la esquina de Barros Luco y Uno Norte. De su paso por el fútbol profesional quedan muchos buenos recuerdos junto al Pibe Valderrama y Bernardo Redín, aunque los botines no los colgó totalmente, ya que siempre se las arregla para jugar futbolito con los amigos. También se dedica con afán a su labor de dirigente de San Antonio Unido, donde además apoya a los jugadores en sus tratamientos traumatológicos.

Aquí, en este puerto, Isaza sueña con un mejor San Antonio porque sabe que sus hijos son parte de las nuevas generaciones de sanantoninos que heredarán lo que hoy es esta ciudad.

'San Antonio me ha acogido muy bien, casi todo lo que tengo se lo debo a a la ciudad', agradece el doctor Isaza. J