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Cementerio "Mascotas del desierto" cumple un año

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A los nueve años se sacó su chaleco para regalárselo a una niña que tenía frío y sólo tenía polera y chalitas; esa misma tarde le pidió a su madre unos zapatos para otorgárselos a una de sus compañeras que era de escasos recursos.

Fue voluntaria de las Damas de Verde y ayudó a darle un entierro digno a un funcionario del Hipódromo que murió incinerado en un incendio y no tenía familiares en Arica.

Con ahora 76 años, Blanca Irarrazaval dedica su tiempo en "amononar" el cementerio "Mascotas del Desierto", en donde luego de la muerte de su perrito Terry se ha preocupado de tener permiso de los dueños y de la municipalidad para poder recordar a los regalones del hogar una vez que parten de esta vida.

Un año de entrega

"Mascotas del Desierto" fue bautizado y se mantiene ordenado y arreglado gracias a los esfuerzos de Blanca Irarrázabal, quien luego de la muerte de su pequeño Terry lo enterró en este lugar para poder visitarlo.

En aquel 7 de febrero de 2014 habían cerca de seis tumbas de mascotas, las cuales hoy se han quintuplicado y siguen apareciendo más.

Todas tienen una cruz, un encintado o círculos de piedras pintadas por el esposo de Blanca, quien la acompaña en esta cruzada.

A sus 76 años ha mandado cartas, llamado por teléfono y golpeado puertas para hacer posible que exista este pequeño espacio para las mascotas ariqueñas.

"Me siento realizada y agradecida de Dios por darme vida para seguir con esto. Voy a seguir cuidando, aunque ya me dijeron que hay un terreno en Capitán Ávalos para hacer un cementerio municipal, pero ahí no me meto porque mi salud tampoco es buena", explicó Blanca quien sufre de vértigo y mareos y le es difícil caminar sin afirmarse de alguien o algo.

Tercera edad activa

A pesar de sus problemas de salud la señora Blanca es muy activa por la motivación que le genera realizar una labor social.

"Yo en la casa paso tejiendo, veo mis novelas, tengo mis perritas que las cuido también que las encontré en la calle. Mi nieta me dice que siga con esto mientras sea feliz y lo soy", dijo mientras sentada en su silla miraba las tumbas que había amononado.

El terreno donde se emplaza el cementerio es propiedad de Hipódromo Arica, autorización que consiguió a través de una carta al consejo y también por la ayuda que le ha brindado a dos trabajadores que sufrieron accidentes allí.

El primero fue un jinete quien se quemó el 67% de su cuerpo en un incendio; "yo lo cuidé todo el periodo de su enfermedad hasta que lo subieron al avión para que lo operaran en Santiago. Se mejoró y le dieron trabajo en el hipódromo de Santiago, pero hace dos años falleció".

El segundo caso también fue a causa de un incendio, pero que resultó con la muerte de un funcionario; "me hice cargo de su cajoncito y de una tierrita en Azapa para enterrarlo".

Blanca se siente bien con las acciones que ha realizado y como se lo han retribuido, pero ella dice que agradece "al de arriba porque él me tiene paraíta acá con vida para poder hacer algo en la tierra. Con esto ya me doy por satisfecha", comentó.

Terry, la mascota que dio vida a todo esto, tenía pocos meses de vida, era el hijo de una de sus perritas y murió atropellado por un vehículo. J