La querella criminal que anunció la semana recién pasada el Gobierno en contra del autodenominado "pastor Soto", por las denunciadas agresiones en contra del diputado Claudio Arriagada (DC) se sumó a la inquietud del mismo partido ante las actuaciones de esta persona. La acción terminó siendo la "gota que rebasó el vaso", luego de que el mismo Javier Soto ingresara a mediados de diciembre al Congreso para intervenir en una comisión con fuertes epítetos e insultos a los parlamentarios presentes. Tuvo que ser desalojado.

Tal como cada querella, el Gobierno calificó sus actos como "injustificables e inaceptables". El vocero explicó que la Ley Zamudio no tipifica conductas, pero sí ciertas circunstancias agravantes, mientras que diputados falangistas interpusieron una querella apoyándose en esta ley. Cuando alguna situación pasa a nivel de Estado es porque la gravedad de los distintos hechos la deben justificar.

No se puede desconocer que a pesar de definirse como un "Estado laico", Chile aún es tolerante a la opinión respetuosa de las distintas confesiones religiosas bien constituidas. El caso del "pastor Soto" se ubica en un extremo distinto, en el que la expresión de las doctrinas se ha impuesto incluso, con violencia física contra representantes de uno de los poderes del mismo Estado.

Tal como ha ocurrido en otras oportunidades, la exposición de las ideas de manera irrespetuosa y violenta no legitima las mismas. Peor aún, en el caso de este ferviente religioso, la Mesa Ampliada de Iglesias Evangélicas restó cualquier respaldo a su persona y sus acciones.

En una sociedad con instituciones dañadas y en donde la credibilidad en las personas y en las mismas está en constante tela de juicio, aún se espera que las iglesias se transformen en un espacio y en organismos que promuevan el respeto y el diálogo.

Y en este contexto, el estilo de liderazgo que encabeza el "pastor Soto", evidentemente no se ajusta a lo que puede esperar la sociedad ni menos el gobierno, a la luz de las acciones que anunció el Ejecutivo.

Qué reconfortante es disfrutar del verano, especialmente cuando podemos hacerlo sin necesidad de sufrir con gastos de mucha consideración, que afecten nuestro bolsillo y el presupuesto familiar. Si lo consideramos, podemos planificar ir a la playa a tomar desayuno, premunidos de un termo, unos jarros y unas empanadas o, en su defecto, del humilde pan con mortadela que, les aseguro, se siente más delicioso en estas circunstancias.

Si da flojera levantarse temprano, la otra opción es ir con los mismos aperos al atardecer, a disfrutar de ese maravilloso espectáculo multicolor que nos presenta la puesta del sol frente al mar. Muchas veces dejamos pasar, en el tráfago de la rutina cotidiana, esos sublimes regalos que nos entrega la naturaleza.

Somos bastantes también los que aprovechamos el estío para ponernos al día en la lectura de esas novelas o cuentos que han ido quedando rezagados durante el año. Un libro siempre encierra un mundo maravilloso, superior incluso a ver una película en la TV, porque a medida que leemos podemos ir ejercitando la imaginación para dar formas vivas a personajes, paisajes y acontecimientos.

Estos meses calurosos nos presentan también una muy buena excusa para juntarnos con aquellos amigos que durante el año se nos pierden de vista, para compartir en torno a una mesa fraterna, para revivir aquellos momentos comunes, y para reavivar el fuego de la amistad y el cariño. ¿Ha probado realizar una sesión de karaoke con sus amistades? Le aseguro que la mayoría de ellos la disfrutará y pedirán repetirla.

¡Ah! No olvidemos, además, que tenemos acá, en nuestra ciudad, uno de los espectáculos más deslumbrantes que podemos disfrutar: La Fuerza del Sol, que ya se aproxima. Extensas jornadas de danzas, coreografías, música, folclore, mística y cultura vernácula, que bien merecen una mayor promoción fuera de nuestras fronteras. Por esto y por mucho más, ¡viva el verano!