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El Obispo que viene a pastorear con el Evangelio

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Moisés es uno de los personajes bíblicos de mayor relevancia en la historia del mundo cristiano. El hombre desterrado que volvió a Egipto para salvar a su pueblo al que en realidad pertenecía, y luego recibir escritos en piedra los 10 mandamientos.

Y luego de bastante tiempo en que la iglesia ariqueña se encontraba sin un pastor que condujera a la feligresía, el Papa Francisco decidió apostar por otro Moisés.

Moisés Carlos Atisha Contreras es el más joven de los obispos que ha tenido la diócesis de Arica. Con 45 años de edad, llega desde la parroquia de la Ascensión del Señor, en la zona oeste de la Arquidiócesis de Santiago para tomar el bastón y conducir al pueblo ariqueño.

El nuevo obispo asume este desafío, primero esperando escuchar y conocer a quienes difunden en primera línea el Evangelio de Jesús.

Aunque su misión y preocupación son los fieles que profesan el catolicismo, se declara también un hincha más de "la roja de todos" y en lo más íntimo, un verdadero "master chef", donde su especialidad son los pimentones rellenos.

OTRO RITMO

No obstante, lo primero será comenzar a conocer a las comunidades cristianas de una región que reconoce tiene otro ritmo de vida muy distinto a la capital.

Por ello, acá se confiesa con los lectores.

- Vengo siguiendo la obediencia de fe, he sido elegido por el Papa, ya que vio que Arica llevaba un buen tiempo sin obispo y en la preocupación de él de cuidar de toda la fe de su iglesia, elige a quien pueda pastorear cada diócesis. Y buscó a un párroco de Santiago y le pidió que se hiciera cargo de pastorear acá en Arica. En esa obediencia de fe, de lo que el Papa pide, yo he venido a pastorear en el nombre del Evangelio y de él aquí a Arica.

No vengo con ningún proyecto, ni algo preestablecido para comenzar a trabajar desde el 1 de marzo, sino que primero vengo a conocer, a que me ayuden a mirar la realidad y estar principalmente al servicio de la comunidad cristiana.

- Si hay una prioridad son las personas que viven el Evangelio, que trabajan para anunciar a Jesús y veremos dónde pueden servir mejor, colocar sus dones al servicio y, como lo decía don Ricardo Ezzati cuando presentaba mi nombramiento a la opinión pública, también me tocará seguir cuidando las buenas relaciones que tenemos con la iglesia de Perú y de Bolivia.

- Creo que hay diferencias, porque Santiago siendo una gran ciudad, tiene otra cultura religiosa, ni mejor ni peor, sino distinta; allá es una cultura urbana, donde por ejemplo, la riqueza de tener aquí los bailes religiosos, que es una expresión muy antigua, no la tiene Santiago. Y ocurre que allá se muestran estos bailes sólo como algo folclórico y se desconoce toda la experiencia de fe que se vive al interior de las agrupaciones y que poseen toda una riqueza. Por otro lado, hay ritmos de vida distintos, porque en Santiago andamos acelerados y aquí, hasta donde yo he experimentado, es un ritmo mucho más tranquilo. La última parroquia donde estuve, la Ascensión del Señor, eran 40 mil habitantes y acá toda la región creo que no alcanzan a ser 200 mil y entonces la dedicación de cada uno de los consagrados tiene que ser, me imagino, de mucha más tranquilidad, porque no tiene que atender a tantas personas.

EL SELLO

- Lo primero, es que la iglesia en Arica no parte conmigo, la ciudad tiene historia, han pasado tres pastores antes que mi servicio y uno aprende de los que estuvieron antes. Si uno pudiera colocar una prioridad y que puede convertirse en el sello, si se puede llamar de esa manera, es la cercanía a las personas que trabajan por el Evangelio para que a partir de ellos, consagrados, laicos y pastorales, sean más conocidos y servidos por los que están cansados y que renueven su deseo de acoger a quienes tienen que servir.

- Yo diría que culturalmente lo que pasa fuera de Arica, también repercute acá, como los movimientos sociales, culturales, las modas, el cómo vivir. Y entra lo bueno y lo no tan bueno; por estar en la puerta norte del país, no estamos exentos que algo pase de largo. Respecto del tema de las acusaciones, la iglesia ha sido muy clara en decir que no hay lugar para quien abuse dentro de ella y tendrá que ser considerada cada situación, ayudando a que se asuma las consecuencias de dichos actos.

Tendremos que hacer como en los últimos años, todo lo posible para mejorar la selección, el acompañamiento, la formación de quienes manifiestan una vocación hacia el sacerdocio y la vida consagrada, pero eso no significa que no tengamos la suficiente valentía para sancionar lo que haya que sancionar y junto con ello ofrecer la mano para quienes han sido víctima ayudando a curar y para pedir perdón cuando haya que hacerlo. Son hijos de la fe que han sido dañados por quienes ellos confiaron.

- Creo que es un buen antecedente de la riqueza que tenemos como iglesia latinoamericana, de hacer desde Medellín y Puebla, una opción preferencial por los pobres y de proponer, justamente, con mayor viveza esas páginas del Evangelio que nos invita a hacernos cargo de ese pueblo que busca al Señor y que necesita como cada uno de nosotros, ser comprendido y amado; y en las circunstancias como le pasaba a Jesús en su tiempo, que se encontraba tironeado por situaciones de injusticia e intolerancia, fue el primero en decir no.

Un Papa latinoamericano, con mentalidad latina, pero también con una mirada universal de la iglesia lo podemos entender mejor y estamos en más sintonía de lo que le toca vivir. Si a veces echábamos de menos esa sonrisa y cercanía de quien nos tenía que animar en la fe, la hemos vuelto a recuperar, pero no porque los otros no la tuvieran, sino que es más fácil para nosotros leer los gestos, las actitudes y pasiones que lleva el Papa Francisco. J