El valor de la tolerancia
Los sucesos acaecidos ayer en Francia impactaron a nivel internacional por los grados de violencia y fanatismo involucrados.
Del mismo modo, volvieron a elevar los niveles de alerta de seguridad a condiciones no vistas desde los atentados contra buses urbanos en Londres y la Estación de Atocha en Madrid.
El atentado fue calificado de inmediato como "terrorista" por el Presidente Françoise Hollande, considerando que no sólo constituye un ataque al personal del semanario "Charlie Hebdo", sino también una advertencia para todos los medios de comunicación de las consecuencias que pueden sufrir en caso de burlarse de la religión islámica y su profeta Mahoma.
Se debe reconocer que la cultura judeo-cristiana tuvo también su periodo de fundamentalismo radical, cuyas expresiones máximas fueron las cruzadas y la Santa Inquisición, que justificaron abiertamente el matar en nombre de la religión.
Sin embargo esos tiempos quedaron atrás y hoy nadie podría justificar bajo ninguna circunstancia el uso de la violencia en nombre de la Biblia o la Cruz.
Debemos agradecer vivir en una sociedad tranquila y tolerante.
Arica es un remanso donde se da una forma de convivencia ya extinta en grandes ciudades y en franco retroceso en otras de mediano tamaño.
Es esta una comarca donde todavía hay lugares en que se mezclan sus habitantes sin distinción de razas, credos o nacionalidad. En que la gente se reconoce y se saluda en las calles y todos pueden expresarse sin temor a represalias. En que estamos habituados a cruzar fronteras y nos sentimos en casa a ambos lados de ellas.
Y quienes vienen de afuera también lo notan. Cuando fue el terremoto del 27 F, la gente en las ciudades del sur se armó y levantó barricadas en las calles por miedo a saqueos ¡de sus propios vecinos!
¡Qué distinto de lo ocurrido en Arica el 1 de abril!, cuando la solidaridad y la ayuda mutua fue la tónica general.
Ese es nuestro mayor tesoro y un gran legado para las nuevas generaciones.