El día 31 de diciembre de 2014 nuevamente enlutó las carreteras de nuestra región, tras el volcamiento de un bus en la ruta 11 CH con el desgraciado saldo de 4 víctimas, principalmente turistas de nacionalidad boliviana.

La noticia una vez puso en el tapete la peligrosidad de una ruta, en la cual los choferes de autos, buses y camiones están expuestos a factores combinados de peligrosidad, como eldiseño de la ruta, factores climáticos, falta de oxígeno, entre otras dificultades.

Lo anterior también vuelve a recordar la necesidad de que exista un equipo de emergencia preparado ante cualquier accidente en la carretera, una de las más transitadas del norte de Chile.

Dentro de la misma ciudad de Arica, el gran tema de seguridad vial, seguirá siendo la conducción responsable de vehículos.

Si bien desde diversos frentes se ha insistido en reiteradas ocasiones en la necesidad de que los conductores adopten actitudes defensivas y de las nefastas consecuencias que un acto irresponsable y temerario puede ocasionar, pareciera que los avances en este sentido van demasiado lentos y de manera más habitual de lo esperado ocurren tragedias.

Aunque no se puede desconocer que hay responsabilidades compartidas en la tarea de la educación vial, sí está claro que hay resultados concretos gracias a los esfuerzos emprendidos, tanto por Carabineros como otros organismos del Estado y la sociedad civil, entre los que destaca la campaña "Aún te espero".

Con todo, es la toma de conciencia de los conductores la clave de todo. Y no se trata de ser alarmistas, pero acciones que parecieran tan simples como conducir hablando por un teléfono celular pueden desencadenar un accidente.

Surge entonces el desafío de hacer entender a quienes conducen que la adopción de medidas preventivas y responsables es la única forma de bajar el alarmante número de accidentes de tránsito.

Si no hay actitud de toma de conciencia por quienes asumen la tarea de guiar un vehículo, todos los esfuerzos que se hagan serán estériles.

En este 2015, es fundamental que el sistema político chileno responda, sin rodeos, a los compromisos, desafíos y expectativas generadas en la ciudadanía que apoyó mayoritariamente un conjunto de reformas en la política, educación y en lo económico - social, incluyendo la descentralización. Esperamos que, al consolidarse el gobierno actual, muestre la coherencia entre la voluntad de cambios y la forma de implementarlos porque, particularmente en educación, no se evidencia claridad acerca del método y la forma como se implemente esa reforma esencial. Las encuestas indican la percepción de los chilenos en tal sentido.

El sistema político está en deuda con los ciudadanos. En la última elección presidencial, se observó la falta de entusiasmo de muchos por participar en esa decisión cívica, hecho no positivo para la democracia. El sistema político nacional sigue al debe con el desafío de demostrar su compromiso con las buenas prácticas políticas, así como con la mayor equidad en el valor del voto, la participación ciudadana efectiva y el destierro del clientelismo. Un avance para bajar el nivel de desencanto, es la reforma al sistema de representación o eliminación del binominal. No obstante, queda pendiente la nueva Constitución democrática, sin vestigios de autoritarismo.

Organismos internacionales señalan que Chile, como país emergente, está dando pasos para disminuir los niveles de desigualdad. La reforma tributaria es uno de ellos, aunque falta mejorar en el acceso a la educación y a la salud de calidad. Asimismo, un desafío importante es la descentralización y el crecimiento equitativo de las regiones extremas más vulnerables, lo que debe complementarse con políticas activas de desarrollo competitivo de las micro y pequeñas empresas nacionales. Sin duda, el país debe continuar su enorme esfuerzo de igualdad distributiva, para lo cual, como se evidencia en países de mayor desarrollo, nuestras autoridades tienen que poner el acento en que la reforma tributaria signifique bajar sustantivamente la elusión y la evasión, y que aplique impuestos efectivos a quien corresponda, según su participación en los beneficios de la riqueza del país.