Al ponerse el sol
Recuerdo que nos visitaba con frecuencia. Y aunque era solo una tía de cariño, su excéntrica idiosincrasia nos alegraba la vida. En lo que a mí respecta, le di personal aprobación la primera noche en que, por lo avanzado de la hora, se quedó a dormir en casa. En esa ocasión regresé avanzada la noche y como había olvidado las llaves golpeé para que me dejasen entrar. En la puerta de calle había yo descubierto una pequeña ranura, que usaba para verificar si había alguien en casa o si acudían a mis llamados Esa noche la "tía" fue quien se levantó.
Con el ojo adosado a la hendidura de la puerta, mis sentidos juveniles se complacieron en verla, modelando ante mi pupila desorbitada un diminuto conjunto de ropa interior, que ocultaba apenas su exuberante anatomía. Cuando, tras quitar el cerrojo, me advirtió que esperase hasta que ella volviera a la cama, mi libido adolescente pareció desbocarse en presencia de un trasero portentoso. La erótica visión me mantuvo los ánimos alterados y las manos febriles durante muchas noches.
Después del golpe militar, cuando los habitantes de Arica veíamos cómo los últimos obreros en salir apagaban las luces de las pocas industrias que aún subsistían, ella anunció que se casaba. Compartía con su futuro esposo el gusto por los crepúsculos, aseguró.
Dejamos de verla un tiempo, pero volvió a frecuentarnos de nuevo cuando estaba embarazada de su primer hijo, y siguió haciéndolo mientras paría una seguidilla de bulliciosos retoños. Los quehaceres que involucraban amamantar a tanto crío y atender a su marido impidieron que nos visitara más seguido. Años después nos enteramos de que estaba enferma. Fuimos a verla con la frecuencia que permitían nuestras obligaciones y, poco después, supimos de su fallecimiento. Con mi madre concurrimos a su velorio, pero yo no logré juntar valor como para ir a su sepelio.
Tiempo hace ya que la "Tía" Sonia no está con nosotros, pero algunas tardes -cuando el sol se va a dormir al lecho carmesí del horizonte- el recuerdo de sus extravagancias aún viene a alborotar el sereno recinto de mis pensamientos.