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De manera experimental en Azapa cosechan las primeras sandías hidropónicas con éxito

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La familia de Julio Gómez tuvo sus inicios en la agricultura por los años 50, cuando los olivos y las aceitunas eran el boom en la región.

Con los años, los Gómez aprendieron de las bondades de la zona y se aventuraron a cultivar cuanta hortaliza fuera posible, hasta lograr una producción de excelencia, que los llevó a comercializar sus productos con buenos resultados. Tanto así que desde el año 1998 hasta hoy están entre los proveedores de verduras de los grandes supermercados del norte. "El año '98 empezamos a trabajar con mi hermano y producimos una serie de verduras y hortalizas surtidas que logramos vender a los supermercados del norte", dijo don Julio.

mejorando cultivos

Para lograr aquella meta, la familia Gómez ha tenido que pasar por varios procesos de cambio e inversión, relacionados a las tecnologías de riego, introducción de nuevas variedades y mejoramientos de procesos agrícolas.

En un comienzo contaban con el sistema de riego por inundación (caracoles), luego pasaron al sistema de riego por goteo, con el tiempo implementaron el invernadero de plástico y después el de malla.

En cuanto al mejoramiento de las variedades de hortalizas, han tenido que recurrir a los injertos y el recambio de sustrato, donde poco a poco han dejado de lado la utilización del suelo como materia prima para cultivar. Por ese motivo ya cuentan con una hectárea de cultivos de tomates hidropónicos, en plena producción.

"La idea es ir buscando nuevas tecnologías para lograr mayores producciones y estas tecnologías de cultivar sin suelo se ha dado en otros países. Y nosotros quisimos replicarlas aquí para obtener un producto más sano y limpio", aseguró Julio Gómez.

sandías hidropónicas

Después de tantos recambios bajo el asesoramiento de Juan Campos, la familia Gómez decidió incursionar con las primeras sandías hidropónicas de la región.

"En Arica se podría tener una producción de sandía todo el año, pero la gente no aprovecha esa ventaja y nos quedamos esperando la cosecha de las sandías peruanas", dijo Juan Campos, asesor agrícola.

Para ello, adecuaron una hilera plástica con fibra de coco, la misma que implementaron en los tomates, que han dejado muy satisfecho a Julio Gómez, debido a la calidad de la producción y su calibre.

En el mes de octubre sembraron las semillas de sandía en speedling y luego fueron trasplantadas a los Bolis (contenedor plástico que contiene la fibra de coco). Una vez allí la tarea de las plántulas fue crecer naturalmente.

"Escogimos una variedad injertada de sandía por su potencial contra las enfermedades. Y también por que la sandía requiere de poco manejo agrícola", explicó Julio Gómez.

cosecha y calibre

Desde la fecha de su plantación hasta ahora, la sandía tiene 90 días y ya está lista para su cosecha.

Julio Gómez y su asesor agrícola se mostraron ansiosos por ver los resultados de su trabajo.

Al cosechar la primera sandía madura, el primer paso fue pesarla y arrojó más de 8 kilos y medio. Después la prueba de rigor era degustarla, para ver si el objetivo se logró.

Cuchillo en mano, el propio agricultor partió la sandía. Era roja y dulce, no tenía nada que envidiar a las peruanas, ni a las provenientes de Buin, porque el aroma y sabor que tenía eran característicos de una buena -sandía calá-.

"Ahora, estos resultados que se dieron nos abren las puertas para producir en más cantidad y probarlas en otros cultivos, no sólo acotarnos en producción de tomates".

fibra de coco y costos

Para implementar un cultivo hidropónico a base de fibra de coco, un agricultor debe desembolsar por hectárea entre 7 y 8 millones de pesos.

"En cuanto a la inversión inicial que realicé en tres hectáreas, fue de 25 millones en la compra de fibra, riego, sistema computarizado, infraestructura que tendrá una duración de 3 años. Es caro, pero sí se piensa, todo ese dinero antes se gastaba en la preparación de suelo, desinfectantes, mano de obra que se hace cada año antes de sembrar", contó el emprendedor.

Además, la ventaja del sistema de fibra de coco es que reutiliza el agua que la planta no absorbe, esta va a un estanque y vuelve a la planta en el próximo riego. Con eso se ahorra agua y fertilizantes.

Para una hectárea se necesitan 4 mil bolsas de fibra de coco y cada una vale entre 3 mil y 4 mil pesos en el mercado local.

Después de ver los resultados de las sandías, Julio Gómez y su asesor decidieron que en tres meses más partirán una nueva experiencia. "Pensamos cultivar melones en el mismo sistema, pero no a ras de suelo, sino que levantado, así como el tomate, con 6 a 7 frutos por planta. Es algo que se puede hacer. Está probado. Lo hice en la Pampa del Tamarugal y aquí se puede hacer, por qué no ", dijo Juan Campos. J