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La deuda del transporte público con los discapacitados de Arica

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Mario González (52) es ingeniero en mantención y reparación de sillas de ruedas de la Oficina Comunal de la Discapacidad (Ocodis). Quedó en silla de ruedas a los 32 años cuando sufrió la secuelas de la poliomielitis.

Trabaja en el centro, por lo que debe trasladarse a diario en locomoción colectiva hacia su trabajo desde su hogar en la población Juan Noé. Sale a las 8 de la mañana y, a veces, está hasta las 9 esperando colectivo, porque ninguno quiere llevarlo.

"Depende netamente de la voluntad de los choferes. Como a uno ya lo conocen por el trayecto diario, se va haciendo amigos y lo recogen, pero a veces estoy tirado hasta una hora y media", asegura Mario.

Entre las excusas que le dan algunos colectiveros está que la maletera es muy pequeña, que los carabineros les pasan parte por ir con el maletero abierto y que como llevan el gas atrás, la silla no les cabe.

"No nos podemos subir a las micros, porque no tienen rampa, además, el acceso es mucho más alto que la silla de ruedas, por lo que es más dificultoso subirse a éstas. Las micros no están adecuadas para las sillas de ruedas así que dependemos netamente de los colectivos y de los taxis", enfatiza.

Tomás Abaroa, presidente de la Asociación Regional de Taxis y Colectivos, asegura de inmediato que todas esas excusas son falsas y que, al contrario, hoy en día todos los colectivos están habilitados para llevar una silla de ruedas en su maletero y que lo único que no están autorizados a llevar es una bicicleta.

"Hemos invertido mucho tiempo en traspasar información a nuestros asociados sobre la inclusión a las personas discapacitadas. Existe una ley que faculta a los afectados de hacer una denuncia en la Seremi de Transportes o en Carabineros con el solo hecho de anotar la patente para que estas personas sean multadas por su actitud", argumenta el dirigente.

Explica que muchas veces lo que ocurre es que va ocupado el asiento delantero y los pasajeros no se quieren pasar al asiento de atrás para que la persona discapacitada pueda ocupar el asiento de copiloto.

"En general falta la voluntad de toda la comunidad para que el conductor pueda llevar a una persona. Hay mil maneras de solucionar el acceso de estos pasajeros, no hay excusas válidas. Estoy seguro que el 95% de los conductores tiene esa voluntad. Habrá uno que otro por ahí que no cumpla esto, pero como dice el dicho 'hay de todo en la viña del señor'. Lo importante es aunar las voluntades para que esta situación mejore y las personas discapacitadas no tengan que pasar más del tiempo necesario esperando locomoción", finaliza. J