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Menos de un uno por ciento de los discapacitados en Arica tiene empleo

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P oseer algún tipo de discapacidad en Arica hoy en día no sólo conlleva tener que luchar a diario contra las dificultades que presentan las calles y los servicios, que en su mayoría no tienen acceso universal, sino que además se debe luchar contra una de las barreras más grandes de la sociedad : la inclusión laboral. Y es que las personas con discapacidad, ya sea física o mental, buscan igualdad en todo sentido, pero uno de los aspectos que más les ha costado es ser incluidos en el ambiente laboral.

Respecto a este tema, Arica posee una cifra negativa que demuestra el poco interés que las empresas públicas y privadas tienen de contratar personas con algún tipo de discapacidad. Según estadísticas del Compín, desde 1996 hasta la fecha, existen en Arica 6.766 personas con discapacidad física y mental en la región (sin exclusión de los fallecidos) de los cuales sólo 35 están trabajando en los programas de gobierno. Porcentaje bajísimo, ya que a nivel nacional, de acuerdo a cifras del Programa Chile Inclusivo del Senadis, el 12, 9 % de la población chilena presenta algún tipo de discapacidad, del cual sólo un 29% tiene un trabajo remunerado .

En los espacios de inclusión laboral de los programas de empleo financiados por el gobierno se está dando prioridad no sólo a las personas con discapacidad sino que también a las madres con hijos en esta condición. Evelyn Müller, directora regional de Sence, comenta que "antes no eran incluidos por razones que desconozco, pero ellos demandaban capacitación y empleo con urgencia, así es que decidimos integrarlos, porque a mi juicio, son doblemente vulnerables".

Durante este semestre han ingresado a los programas de empleo 35 personas con discapacidades físicas, auditivas y visuales, quienes están realizando labores administrativas y de aseo en diversos servicios públicos, escuelas y organizaciones sin fines de lucro. Esta labor se ha realizado en conjunto con el Consejo Comunal de Discapacitados, organización que fue creada el 25 de abril de este año.

Daniel Chacón, presidente de esta agrupación, comenta que uno de los principales objetivos de la creación del consejo es integrar a las personas con discapacidad no sólo al mundo laboral sino también al deporte y a la sociedad en general. "El mundo de la discapacidad ha sido postergado por años y para terminar con esto cada uno debe poner de su parte. No somos de esas organizaciones que nos gusta sólo pedir, queremos demostrar que podemos hacer un montón de cosas y por eso hago un llamado a los empresarios para que incluyan a personas con discapacidad a sus trabajos", solicita.

Daniel también posee una discapacidad física, la secuela de poliomielitis o parálisis infantil, que le dio cuando sólo tenía 11 meses de vida en su pie derecho, situación que para él no ha sido ningún impedimento para salir adelante y formar una familia.

El presidente del consejo de la discapacidad tiene 3 hijos, 2 nietos y posee en su hogar de la población Cabo Aroca, un taller de mueblería y estructuras metálicas en el cual se ha desempeñado gran parte de su vida.

"Trabajo en mi casa, hago muebles de estilo y soy tallador. Afortunadamente he tenido las posibilidades de enfrentarme a la vida por mi mismo. El discapacitado es padre, esposo, abuelo, hijo, es un ser humano común y corriente como todos los demás que desgraciadamente le tocó cargar con una discapacidad. No somos pobrecitos ni queremos dar lástima. Tenemos una gran tarea que es seguir integrando a más personas con discapacidad al mundo laboral", enfatiza.

Agrega que todas las oficinas públicas debieran tener al menos una persona con discapacidad trabajando. Uno de los últimos logros que ha tenido el Consejo Comunal de la Discapacidad es la inclusión de nuevos puestos laborales para personas con discapacidad física en la Feria del Juguete, logro que les permitirá tener temporalmente un ingreso de dinero y ocupación. Aprovecha de dar su número (82419273) para las personas que necesitan ponerse en contacto con el Consejo de la Discapacidad.

12 AÑOS DE ESPERA

Valeska Muñoz es la actual encargada de apoyo administrativo en la farmacia del Cesfam Amador Neghme. Trabaja desde octubre en este lugar y cuenta con el cariño, respeto y apoyo de sus compañeras de trabajo. Se considera una mujer feliz, pero dice que llegar a este lugar no le fue para nada fácil.

Valeska nació a los 5 meses y medio de gestación y pesó 800 gramos. Debido a su estado, el médico le diagnosticó las mínimas expectativas de vida. "Además cuando nací me quiso dar una parálisis que gracias a Dios no sucedió, pero me quedó el problema de la displasia espástica que es como si tuviera todos los nervios de la rodilla izquierda hacia abajo como agarrotados.

Con el tiempo esto me ha ido provocando problemas a la cadera y se me ha achicado el pie. La discapacidad mía es progresiva", asegura Valeska a quien le costó 12 años encontrar un trabajo estable.

Tocó un montón de puertas y durante todo ese tiempo vendió productos por catálogo, ya que como cualquier persona necesitaba dinero para sobrevivir y ayudar en su hogar.

"Veía los avisos y enviaba mi curriculum. Me entrevistaban y me tocaban el hombro diciéndome que me iban a llamar y hasta ahí quedaba todo. Nunca me llamaban. Todo quedaba en nada, al principio me ilusionaba y creía que me iban a llamar, pero después ya no. Cuando uno acepta su discapacidad tiene que aprender todo eso", destaca.

Junto con el período de la infancia, Valeska comenta que la búsqueda de trabajo es una de las etapas más complicadas.

"La infancia es difícil por el bullying que a uno le hacen los niños que son muy crueles, pero el no encontrar trabajo es también muy desesperante porque uno necesita sentirse útil".

La perseverancia y lucha de Valeska hoy sirve como ejemplo para cientos de integrantes del Consejo de la Discapacidad a quienes se les hace difícil encontrar trabajo y ven en ella una esperanza.

Además preside el Comité de Vivienda de Personas con Discapacidad en Arica.

INSPECTORA Y ARTESANA

Frida Quispe (43) llegó a Arica hace 14 años proveniente de Puno, Perú. Se enamoró de un ariqueño, vinieron a la ciudad de luna de miel y nunca más se fue. Es madre de una niña de 9 años y trabaja como inspectora de patio y apoyo administrativo en el Centro de Capacitación Laboral "Reino de Bélgica". Es el primer trabajo estable que tiene en Arica y lo consiguió gracias a las gestiones que está realizando el Consejo de la Discapacidad junto a las organizaciones de gobierno y la municipalidad. Tiene una luxación de cadera y adquirió el virus de la polio en un hospital del país vecino, enfermedad que la dejó en silla de ruedas a los 22 años.

Su marido también es discapacitado y trabaja como reparador de silla de ruedas. Viven de allegados, ya que no han podido postular a una casa propia, otra de las grandes barreras que sufren las personas con discapacidad en Chile.

Dice que se turnan para hacer las tareas del hogar y que con los años ha aprendido a tener dominio de la silla de ruedas e incluso puede irse sola desde Diego Portales al centro.

Pero es en este lugar donde comienzan los problemas para Frida, ya que no puede acceder a ninguno de los supermercados del centro. Uno, porque está en un subterráneo y no tiene acceso para sillas de ruedas y el otro porque es muy estrecho.

Añade que para ingresar a los bancos también se le dificulta porque muchos de ellos tienen rampas que no le sirven sino al contrario hasta se ha caído tratando de ingresar por esta vía. "Hay gente que a uno la ayuda de buena gana y otros que no. Después uno ya va sabiendo a qué lugares puede ingresar y en cuales no les gustan los discapacitados". Otro de los lugares inaccesibles para Frida y su marido son las playas de la ciudad, las cuales no poseen ningún tipo de acceso para discapacitados. "Hace años podía ir a La Lisera, luego no sé qué pasó con las rampas y nunca más fuimos. Me da mucha pena que ocurra esto, no sólo a mí sino a los miles de discapacitados que tiene Arica, que ni siquiera podamos asistir en familia a la playa es algo inaceptable", enfatiza. Esta problemática es una más de las barreras que las personas discapacitadas luchan por derribar. J