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Recordando a Tatán, la historia tras la mayor tumba del cementerio de mascota

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El cariño que entrega una mascota es difícil de comparar al de un ser humano, pero no por eso menos importante. La incondicionalidad, ternura y apego sólo desaparecen cuando muere o se va.

Hoy, la profesora Lucy Cuevas recuerda con nostalgia y cariño a quien la acompañó los últimos seis años y por quien luchó por darle mayor esperanza y calidad de vida.

Se trata de Tatán o Trompo, como se llamaba antes de pertenecer a su hogar, un perrito que a pesar de vivir en la calle, pasó los últimos años de su vida como un rey.

Tatán llegó a vivir 15 años, lo cual según la creencia popular serían 105 años de vida humana, al multiplicar cada año perruno por siete.

Él se crió en la calle en los edificios Empart 5 y posteriormente fue adoptado por la profesora Lucy, 'él tuvo sus amos, pero murieron y sólo quedó el hijo de ellos, quien después se fue. El perrito se fue criando en la calle y todos los vecinos lo cuidaban y daban comida, lo llamaban Trompo', comentó.

La profesora tuvo que cambiarse de casa desde el sector norte al centro y fue allí cuando decidió adoptarlo para darle una mejor vida. A esa altura ya tenía 10 años.

'Él era tan humilde, tuve que enseñarle de todo, porque era callejero. Nos demandaron con abogados porque no querían tenerlo en el edificio, pero ganamos', comentó Lucy como parte de las peripecias que pasó para quedarse con Tatán.

La profesora, quien pasó sus últimos años profesionales en el CRA de la escuela Lincoyán, hoy llamada Carlos Guirao Massif, recuerda como su perro antes de que lo adoptara, corría a los radio taxis a los que se subía y no había quien lo bajara. 'Una vez lo dejé que me acompañara al colegio y la directora me dejó, porque era conocido y querido por todos'.

A pesar de su avanzada edad, el veterinario que vio al perrito le comentaba a Lucy que él quería seguir viviendo, 'tuvo una caída en mayo y no quería comer, no tenía fuerza para nada, pero yo lo paseaba hasta en silla de ruedas. Abrigado lo sacaba y lo hacía caminar un poco en el parque'.

Luego de eso repuntó su salud, pero finalmente en octubre murió de un ataque al corazón, 'era hipertenso e igual que los humanos tenía que darle una pastilla en la mañana y una en la noche. Cuando murió yo me preguntaba dónde lo entierro, porque no quería que quedará como cualquier cosa'.

Cuando fue al cementerio de mascotas justo estaba la señora que lo creó por iniciativa propia, Blanca Irarrazabal, así que con ella y la ayuda de un joven que se encontraba en el lugar cavaron la pequeña tumba donde de manera continua Lucy va a visitar a Tatán.

'Me aferré tanto a él, como estaba jubilada ya, yo estaba sola y él andaba buscando a un amo', explicó.

La tumba de Tatán es diferente a las más de 150 que ya se encuentran en Mascotas del Desierto; tiene un gran letrero rojo que con letras azules lleva su nombre, además de una pirámide que forma una casita donde están sus peluches, también tiene dos girasoles, cuatro ramitas de árboles y unas flores artificiales moradas. En la cruz tiene una dedicatoria que dice 'No sabes la tristeza que me embarga al no tenerte junto a mí, pero Dios permitió que yo te recogiera y vivieras conmigo y fueras feliz, nunca te olvidaré'.

Lucy incluso mandó a confeccionar una pequeña lápida para su mascota, pero no la pondrá hasta que no cierren el sitio para legalizar el cementerio. Existe un compromiso de parte de la municipalidad para habilitar este espacio como el primer cementerio de mascotas de Arica. J