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El secreto mejor guardado de la nueva señora Marlen Olivari

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Miércoles. Once de la mañana. Vamos en la búsqueda de un ícono.

-¿Aló?- dice Marlen Olivarí, 39 años, dos matrimonios, un hijo, animadora de eventos empresariales, infinidad de sueños, vida sana en la actualidad, amante del amor, amante del pimentón, dos pechos tostados por acceso a solarium, dos glúteos amplios sin un gramo de grasa. Bella y ronca.

-¿Portada?

-Quiero usar tres vestidos de gala en la sesión de fotos. Vestidos del diseñador que me viste.

-Concedido- decimos con tono natural, evitando proyectar que un diario de provincia

-Esto no es LUN. Esto es para San Antonio. Pero vino un inexplicable bajón en la modelo. Dice: Ah. Descarta los vestidos de gala y sólo ofrece lucir ropa apretada. "Acompáñame al gimnasio", es la oferta que Lillo, fiero, acepta con cortesía.

Nos hallamos, luego, en Nova Sports, un gimnasio de calidad, difusor del fitness. Estamos frente a una escultura de 62 kilos, Miss Todo, una legendaria mujer sin blanduras, de buzo ceñido a la piel e inventora de catorce muecas. Es el hito de la semana y le besamos el pómulo.

-¿Te gustó mi última foto, fan?

-Es uno de mis fuertes- muestra, sin querer, un pedazo de piel.

-No sé, pero yo me quiero mucho.

-Porque me encuentro bien. Y te voy a decir algo: cambié mis hábitos.

- impacto fingido.

-No tengo vicios.

Ella presenta a Eugenio Rioseco, personal trainer, gestor estético de Marlen. Un enorme gurú de la flacura. Sus consejos permiten que la gente embellezca. Es el secreto de la nueva Marlen de glúteos perfectos. El artífice silencioso de la última selfie.

Y Marlen se pone a ejercitar los bíceps. Lillo le saca fotos. Ella posa y Eugenio vigila. Ambos llevan un año y medio trabajando el físico. Eso la tiene con 100 centímetros de busto ("me saqué todos los implantes"), 62 centímetros de cintura ("mi mamá tiene menos que yo") y 108 centímetros de cadera (

-El tren inferior.

-Noo. Lo agradezco mucho. Pero no es que lo busque. No ando de peto por la vida.

Marlen ejercita el tren superior y endurece los pectorales. El símbolo sexual ha empezado a transpirar. Lillo corre y le regala agua mineral. Gracias, cosita, dice ella. Y entonces, el reportero aprovecha la pausa para indagar.

-Uuuuuf- con mueca incomprensible, pero a la vez interesante.

-¿Grita, da alaridos o ama en el silencio?

-De todo un poco.

-Que mi pareja me diga: "Me vuelves loco".

Uf, vuela todo. Botamos la tele, pam, puf, paf, nos caemos, todo se da vuelta, locura total. No soy racional en esos momentosconfiesa Marlen. J