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Duermen en la plaza bajo las estrellas

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"Nos llevamos bien y no tenemos ningún reclamo de los vecinos" explicó Oscar Méndez de 38 años. Este personaje es uno de los más reconocidos del sector Saucache, ya que junto a su novia de 46 años viven en plena plaza de un reconocido barrio ariqueño.

Ni siquiera desordenan su escritorio y frazadas con el fin de llegar todos los días lo más temprano a su "oficina" que está ubicada al frente de la plaza donde ellos pernoctan.

A Méndez y su pareja Paula Muñoz no les ha sido fácil la vida y han tenido que saber llevarse bien con los que componen su entorno nocturno, porque de día el trabajo es sagrado, y como todos los obreros, tienen que acomodarse a lo que el 'patroncito' mande.

Eso sí, no solo tienen un jefe, ya que sus labores van desde la simple limpieza de los autos en la botillería Gran Pirula hasta la descarga de los camiones repartidores que dejan la mercadería en los almacenes del barrio; además cuando la mañana está mala, "el trabajo en el agro" no es algo que ambos desechen.

Dormir bajo las estrellas es algo normal y cuentan que jamás han tenido un problema con algún vecino de la plaza donde acostumbran pasar la noche. En aquel lugar de Saucache estiran sus plásticos y frazadas y le dan rienda suelta a los sueños más bellos que puede tener un ser humano en pleno descanso.

Se caracterizan, porque si bien son personas en situación de calle, al contrario de sus pares, el alcohol no es algo que tengan en sus manos mientras duermen o desarrollan alguna labor para ganarse sus monedas.

Cuentan que no son fanáticos de la abstemia "pero vivimos en la mira de todos los ariqueños, así que ante cualquier falta, nos podrían sacar de esta plaza que al final y luego de siete largos años se ha convertido en nuestro hogar; pero como te dije, no somos ebrios, pero tampoco curados... se entiende", dijo el iquiqueño Méndez.

"No tenemos ningún reclamo y llevamos siete años durmiendo en esta plaza; si con decirte que hasta un Carabinero nos viene a dar desayuno a veces. Me trae comida y siempre está preocupado de nosotros", agregó.

El hombre de 38 años comentó que "las lucas no son muchas" por eso hay que aceptar los regalos de la comunidad; "a veces me gano doce luquitas, cargando, descargando, limpiando autos, entre otras labores". Del dinero que reúnen en el día sacan un poco para pagar la ducha que se toman en la bomba y luego el gasto mayor se va en el almuerzo donde cada uno no paga menos de 1.500 por obtener las proteínas que necesita su cuerpo.

En su plaza nadie los molesta; son amos y señores del espacio y la limpieza y los buenos modales son una regla para que puedan seguir viviendo en aquel lugar.

El día que más visitas tuvieron fue para el terremoto del 1 de abril ; "acá por lo general la gente no sale a la calle, pero el día del terremoto se llenó de gente la plaza, ahí pudimos conocer a los vecinos y mantuvimos más que una conversación con las personas que arrancaban de un posible tsunami en esta ciudad" dijo la santiaguina Paula Muñoz.

"El trabajo el fin de semana es fuerte, tengo que lavar muchos autos, me llaman, es en esos días es donde más plata he juntado, con decirte que un fin de semana bueno no me voy al frente (su plaza) sin menos de 25 mil pesos. Ahí restamos para todos los gastos y lo otro lo guardamos para los próximos días" afirmó Méndez.

De los robos ni ellos se salvan, y aún cuando viven en plena calle sin grandes lujos y se tapan con una sola frazada, los delincuentes han puesto sus ojos en su pertenencias, pero igual aman su libertad. J