La región de Arica y Parinacota aparece nuevamente como la de menor ejecución presupuestaria a nivel nacional. De acuerdo al informe que entrega la Subsecretaría de Desarrollo Regional, hasta julio se había gastado un 39,8% del presupuesto para el desarrollo de la región, lo que equivale a 9 mil millones de pesos del monto total, el cual es 24 mil millones.

Un antecedente muy importante respecto a este gasto es el que tiene que ver con el nivel comparativo de recursos asignados a nuestra región, en relación a otras del país. A pesar de las necesidades y desafíos que tiene la zona, su presupuesto no llega a la mitad de regiones como del Biobío, Valparaíso, Antofagasta, La Araucanía o Los Lagos.

Las autoridades tanto regionales como municipales están conscientes respecto a esta realidad. A pesar de su juventud como región, Arica y Parinacota debe establecer ante sí metas concretas que permitan optimizar el funcionamiento del aparato público, responsable de gestionar recursos que claramente se necesitan.

Es vital, especialmente a las puertas de la fuerte inversión anunciada por el Gobierno como parte del Plan Especial de Zonas Extremas. ¿Qué impresión deja en el gobierno central el que nuestra región no sea capaz de ejecutar adecuadamente el presupuesto más bajo que tiene el país? La confianza y la autonomía con que puede contar Arica está sujeta a la capacidad de dejar atrás la escasa celeridad, la burocracia y hasta la incapacidad de generar proyectos, habiendo tanto por qué luchar.

Las autoridades locales, sus profesionales y ciudadanos en general deben tener la capacidad de incorporarse a la visión que se tiene y proyecta de nuestra región y su capital a partir de los recursos que se espera invertir en los próximos seis años.

En términos simples, debemos mostrar que somos capaces, como región en su conjunto, de liderar un proyecto de crecimiento y de desarrollo, y no esperar que se transforme en una iniciativa impuesta, justificada en los retrasos históricos que evidencia la gestión.

Sin duda que el anuncio del Plan Especial de Zonas Extremas realizado por la Presidenta Michelle Bachelet es una gran palanca de crecimiento para toda la región, pero también una gran oportunidad para hacer historia, ya que la cantidad de recursos que se invertirán en la zona podría significar el desarrollo que todos esperamos.

En el marco de lo anterior, uno de los grandes desafíos será determinar cuál es el mejor lugar para instalar el Gran Museo de la Cultura Chinchorro, debido a que este será uno de los motores de atracción más importantes para así convertirnos en un área de interés arqueológico y turístico a nivel continental, tal como Perú o Bolivia.

Para dilucidar y tomar la mejor decisión es evidente analizar y recordar que los Chinchorro eran bandas de pescadores, cazadores y recolectores que vivieron en la costa del Pacífico, donde preferentemente se alimentaban de pescados y mariscos; pero que además tenían una particular visión de la muerte la que se ve reflejada al desarrollar un complejo rito funerario.

En ese sentido, la opción que más se acerca e identifica con los Chinchorro es la construcción del Gran Museo mirando y vinculándose al Pacífico, en ese sentido la opinión de Víctor Gubbins (premio nacional de arquitectura en el 2000, que estuvo en la región invitado por la Cámara Arica al IX Encuentro de la Vivienda) es tajante.

En su exposición dio dos antecedentes claves, el primero de ellos dice relación con que los grandes museos del mundo están cercanos al centro de la ciudad, a los que se puede acceder caminando, inscritos en un circuito peatonal. El segundo es que la esencia de los Chinchorro está estrechamente vinculada al mar. "Hacer un museo lejos de la costa es como estar en Santiago", dijo Gubbins, y tiene toda la razón.

Finalmente, como Cámara Arica estimamos que los restos de esta Cultura deben estar más cerca de la comunidad y qué mejor que en el borde costero, donde todos los podamos visitar y honrar, basta de especular y sacar cálculos egoístas, velemos porque los Chinchorro estén donde siempre habitaron, con su alma y corazón en el mar que tranquilo te baña.