Durante mucho tiempo, la respuesta desde el departamento de prensa de la Universidad de Chile era la misma: el señor Waldo Ponce no hablará con ningún medio de comunicación hasta que pueda volver a jugar.
'No me acuerdo cuándo fue la última vez que di una entrevista', le reconoce a 'La Segunda', rompiendo su autoimpuesto ostracismo mediático. 'Sólo opinaba a veces en la página oficial para salir a desmentir cosas que se decían, pero quería estar concentrado en recuperarme, sin preocuparme por otras cosas'.
Finalmente, el pasado 20 de agosto, la espera terminó, cuando el defensa disputó un partido por Copa Chile ante Magallanes; un duelo estadísticamente intrascendente, pero que para él supuso el fin de un verdadero calvario de casi tres años.
'Fue un momento muy alegre y emotivo, se me vinieron encima muchos sentimientos, todo lo que tuve que hacer para poder volver a estar dentro de una cancha de fútbol'.
'Mi familia, mis pilares'
La agonía comenzó la noche del 15 de noviembre de 2011, jugando por la Selección un partido eliminatorio ante Paraguay, en el Estadio Nacional. Ponce disputó los noventa minutos, pero cerca del final sintió algo extraño y, al otro día, cuando debía regresar a México -militaba en el Cruz Azul- le costaba mucho caminar. El diagnóstico arrojó una tendinitis en el tobillo izquierdo, que terminó derivando en una grave lesión en su tendón de Aquiles.
Llegaron las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos interminables. En el proceso, volvió a Chile, cuando la U le ofreció sus instalaciones para seguir recuperándose. Y aunque alcanzó a jugar una vez, el 12 de septiembre versus Santiago Morning, sólo aguantó el primer tiempo antes de recaer nuevamente.
'Nunca pensé que iba a durar tanto. Hubo de todo, pero sin duda más momentos bajos que altos. A veces notaba una mejoría, veía una luz, pero no pasaba una semana y volvía a retroceder. Eso sí, lo que varias personas me recalcaban es que nunca perdí la alegría, a pesar de todos los momentos malos'. J