Entre todo lo que recuerda y celebra el mes de agosto, está también el corazón. No es para menos. Anualmente en el mundo fallecen poco más de 17 millones de personas debido a enfermedades, ya sea cerebro o cardiovasculares, lo que habla de la importancia que tiene el tratamiento de estos males.

Las enfermedades al corazón y al sistema circulatorio se han convertido en trastornos silenciosos, pero claramente mortales, con efectos que incluso hoy superan al Sida. Sólo en el caso de la hipertensión, uno de los principales factores de riesgo para estos males, se presenta como uno de los desafíos de salud pública más importante del país y eje para una serie de programas que buscan evitar muertes prematuras, debido a su difícil diagnóstico y a la prevalencia creciente en la población.

En Chile mueren 45 personas al día por estas causas. Según cifras del Ministerio de Salud, en nuestro país estas enfermedades representan un 30% de las defunciones, siendo la primera causa de muerte en hombres mayores de 35 años y mujeres mayores de 50 años, según comenta la académica de la Universidad Andrés Bello, Karen Yáñez. A eso se debe agregar que el 60% de los chilenos presenta entre 2 a 4 factores de riesgo, tales como sobrepeso, colesterol y glicemia sobre los valores normales, a los que se suma la mencionada hipertensión.

Dado este panorama, con el Mes del Corazón busca crear conciencia sobre las enfermedades cardiovasculares, sus causas, efectos y prevención. En general, los médicos destacan tres aspectos que son fundamentales para cuidar este órgano: una alimentación sana, realizar actividad física adecuada y llevar una vida que controle especialmente el estrés y la presión que tiene cada día.

Sin embargo, cada uno de estos puntos plantea desafíos. El Estado está trabajando en el control y rotulación de alimentos, poniendo especial atención en el sodio, por ejemplo. Pero es sólo uno de todos los pasos que se deben recorrer en este largo camino por prevenir las enfermedades cardiovasculares.

Ha hecho noticia la aparición en nuestras costas de 'La medusa llamada fragata portuguesa', ambas expresiones están erradas porque este animal flotante no es una medusa ni una fragata, sino una colonia de organismos que comprende clases de animales distintos, cuando menos de cuatro especies diferentes que han sumado sus fuerzas para vivir y alimentarse desplazándose en el agua con la fuerza del viento como un barco a vela. Así el flotador es un animal determinado y cada tentáculo pescador pertenece a un animal de otra clase. Un tercer animal digiere el alimento, mientras un cuarto animal, completamente distinto de los anteriores, realiza la tarea de la reproducción. Pertenece a los enigmas de la vida como se formó esta simbiosis tanto como el hecho de que su aguijón es ponzoñoso para todos los animales, menos para dos: la tortuga y un pequeño pez llamado nomeos que vive entre sus tentáculos, inmune a sus aguijones y recibe su parte alimentaria de todas las víctimas que su anfitrión mata. A las tortugas marinas tampoco les preocupan sus tentáculos venenosos y nadan entre ellas zampándose algunas de éstas como un exquisito alimento. Por su aspecto flotante desde muy antiguo se la llamó 'galera portuguesa', embarcación lusitana larga y estrecha de una vela de vistoso colorido y no fragata... Su veneno tiene consecuencias citotóxicas, neurotóxicas y cardiotóxicas, y es mortal incluso para peces de gran tamaño. El ser humano no está en su lista de alimentos y su contacto con él es casual y esporádico cuando se ponen en contacto en el mar o en la playa y los neumoquistes lanzan sus dardos venenosos que en contacto con la piel tienen de inmediato un efecto urticariante que produce dolor intenso y que en casos excepcionales lleva a consecuencias fatales. Lo único efectivo en forma inmediata es lavar la zona con vinagre que neutraliza el efecto de la toxina y en caso de mayor intensidad consultar en la Unidad de emergencia. Y no olvidemos de proteger a nuestros mejores aliados: las tortugas marinas.