Viajeros disfrutan de la cocina aymara en medio del desierto
Zapahuira es una pequeña localidad indígena aymara ubicada a 3.280 metros sobre el nivel del mar, a unas dos horas de Arica. Allí Julia Humire Sánchez tiene instalado a un costado de la carretera internacional su restaurante autóctono donde la especialidad de la casa es el chairo, una carbonada con papa chuño; el picante con patitas y guatitas; la carne de alpaca y sopaipillas al desayuno.
En 1969 se instaló con el pequeño local- no cabían más de 12 personas- para atender a los viajeros en ese tiempo sólo llegaban a caballo. Luego, los camioneros aumentaron la demanda por sus comidas, los turistas se sumaron y ahora la capacidad llega a 120 personas fácilmente
En el desarrollo de su negocio, con tres hijos que tuvo que criar sola en pleno desierto, postuló a distintos proyectos de instituciones, entre éstas Corfo, siendo una de las beneficiarias del Programa de Emprendimientos Local (PEL) Turismo Putre. Gracias a este programa pudo capacitarse en buenas prácticas, gestión comercial, cocina fusión; además de recibir asistencia en marketing corporativo y el mejoramiento y reparación de los baños del local.
'Cuando empecé no había agua potable ni electricidad. El agua la íbamos a buscar al río en burro y teníamos un motor que funcionaba manualmente para generar luz. Vi cómo se construyó la carretera internacional al lado del restaurante' comentó.
Una de las mayores dificultades que enfrentó Julia en los inicios de su emprendimiento fue no contar con los estudios necesarios lo que le impedía desenvolverse bien en la ciudad, ya que antiguamente según lo que relata no existían instituciones del gobierno que apoyaran este tipo de iniciativas y si existían al encontrarse en un lugar muy retirado, no lograba tener acceso a este tipo de ayudas. Sin embargo esto no fue impedimento para ella, ya que la perseverancia y las ganas de salir adelante fueron su mejor aliado.
A su parecer las autoridades deben seguir apoyando constantemente a las personas de forma más personalizada en las localidades más pequeñas como Zapahuira, difundiendo cuales son las alternativas con las que cuentan los habitantes para salir adelante, ya que hay muchas personas que tiene buenas ideas pero no los conocimientos necesarios para llevarlos a cabo.
Este emprendimiento -dice- 'me permitió obtener los recursos necesarios para abrir una microempresa de transportes el año 2011', logrando añadir otro giro a la empresa familiar de la que hoy sus hijos están a cargo.
Lo que rescata esta emprendedora de todo lo que le ha tocado vivir es que 'con ganas y esfuerzo se puede salir adelante, en donde la perseverancia es un factor clave a la hora de querer iniciar un emprendimiento' añade.
Esta mujer recuerda con nostalgia los años que debió enfrentar en la soledad del desierto, en donde de vez en cuando era visitada por un doctor para realizar controles de sus embarazo; fue incluso en esas circunstancias en que esta señora no se dejó vencer por el miedo y el aislamiento, para sacar a delante esta empresa familiar.
Recuerda que los partos de sus tres hijos fueron asistidos solo por una mujer de avanzada edad que debía ir a buscar al poblado de Putre; ver a crecer a sus niños también la llenaban de fuerza para continuar con este negocio que había iniciado.
Desde el año 2010 Julia encontró el apoyo necesario en La Corporación de Fomento de la Producción ( Corfo) los cuales entregan apoyo a traves de diversas fases, iniciando el diagnóstico que financia todas aquellas actividades necesarias para determinar las debilidades empresariales, necesidades de inversión y oportunidades del negocio, con un tope de 400 mil pesos por emprendedor.
Posteriormente, financia todas aquellas actividades destinadas a diseñar e implementar un plan de trabajo que permita potenciar el negocio, tales como capacitación, consultorías y asistencia técnica, con un tope de 2 millones de pesos por emprendedor.
Por último, cofinancia hasta el 50% de determinadas inversiones previamente definidas en la etapa de diagnóstico y el plan de trabajo, con un tope de 3 millones de pesos.
Actualmente, está emprendedora se encuentra trabajando con el apoyo de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi).
Hoy se siente orgullosa de lo que partió solo con la herencia de un terreno por parte de su padre.
Y es que es un emprendimiento familiar que no solo le permitió criar a sus hijos sino que hoy en día le ha permitido desarrollarse explotando otras áreas, como en el rubro del transporte, transformándose de este modo en el sustento no solo de ella, sino también de sus hijos y las familias de ellos. J