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La bella que sueña con ser sparring de la 'Crespa'

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A los once años Paloma Bustamante fue víctima de violación. El autor fue un amigo de su familia, quien como muchos pedófilos, se aprovechó de la confianza del entorno para abusar de la pequeña. Ella, por miedo, calló lo sufrido por largo tiempo, y cuando por fin se decidió a denunciar, le explicaron que el delito había prescrito.

Hoy a los 28, cuenta que por años vivió con susto. Con miedo a andar sola, a estar cerca de hombres. Para colmo a los 16, saliendo de una disco de Valparaíso, la asaltaron. Otra vez una experiencia traumática; otra vez el pánico que la paralizaba.

Pero no podía seguir viviendo así, muerta de susto. Por eso, a pesar de un diagnóstico médico errado -que la tuvo sin hacer educación física durante toda la etapa escolar- un día se metió a un gimnasio.

Quería aprender artes marciales, para así defenderse, e ingresó al mundo del boxeo.

Dice que el tema del abuso siempre la hizo sentir víctima, vulnerable. 'De adolescente sentía mucho miedo. Y después cuando me asaltaron fue terrible y ahí pensé que no podía vivir la vida con miedo. Meterme a hacer artes marciales me dio una confianza tan grande en mí misma, ganas de superarme, no echarme a morir. De que me la podía. Para las mujeres que han pasado por cosas así es súper bueno aprender artes marciales', afirma.

Paloma Bustamante nació en Valparaíso. Es oriunda de la avenida Pacífico, en Playa Ancha. Estudió en el colegio Patricio Lynch, y a pesar de que un traumatólogo le dijo que por un problema en sus rodillas nunca podría hacer deporte -'me dijo hasta que podía quedar inválida'- ingresó a Educación Física en la Universidad de Playa Ancha.

Cuenta que como nunca hizo educación física, le costó sacar algunos ramos. Como gimnasia artística o rítmica, 'si parecía un hipopótamo bailando', cuenta muerta de la risa. Para qué decir el fútbol: 'siempre terminaba pegándole patadas en las canillas a mis compañeras, tenía pésima motricidad...una profesora me decía mejor quédate con el boxeo'. Igual le fue bien en el atletismo, la natación y en el acondicionamiento físico. 'Todo lo que fuera más bruto', advierte.

Cuando estaba en segundo medio y tenía 16, Paloma ingresó al gimnasio de Hugo Campos, el que aún funciona en Morris con Independencia. 'Me metí sin mayores aspiraciones, sólo para andar sin miedo. Y me gustó el tema'.

Se inscribió con las ganas de hacer kickboxing, pero antes de meterse en ese deporte, a todos sus alumnos Campos les enseña a boxear. 'También aprendimos a pelear con bastones. El profe le ponía harto énfasis a las mujeres, en que se aprendieran a defender y así pasaron los años', dice. Hasta hoy, que está en la categoría medio mediano y tiene el título de Campeona Zonal de Antofagasta del 2013, el que logró en su paso por el Norte donde vivió algunos años.Pero al principio reconoce que no fue fácil. A veces sentía mucho dolor y le daban ganas de llorar cuando le pegaban muy fuerte. 'En esa época era flaquita y chiquitita, era como la mascota del gimnasio, no me pescaban mucho. Me decían 'haga pesitas un ratito' y me pusieron 'zancudo'. No me tenían mucha fe y mi familia tampoco; tenían miedo de que me fracturaran la nariz y que pareciera marimacho', afirma.

Hasta ahora los padres de Paloma están tranquilos. No tiene la nariz quebrada y tampoco dientes de menos. 'Lo primero que aprendí fue a cuidarme la cara, no por un tema estético, sino porque me preocupaba que si me fracturaban la nariz no iba a poder respirar bien. O si perdía una pieza dental me saldría súper caro. Igual me han roto el labio, pero me he salvado de varias, siempre me alcanzo a tapar la cara', dice.

A sus compañeros les costó atreverse a darle puñetazos. 'Les daba miedo, no me querían ni tocar. Igual es súper chocante que un hombre te pegue. Yo pensaba 'estás entrenando, no te pongas a llorar, ellos no tienen nada en contra tuya, esto es parte del entrenamiento'. Como mujer una no está acostumbrada a la violencia.

Pero igual me gustaba el deporte y eso es parte del boxeo', afirma. Pero pronto aprendió a bloquear, a pegar de vuelta, a ser más fuerte.