La prostitución brasileña está desilusionada. Esperaban que el Mundial les iba a mejorar completamente la vida. Imaginaban que hordas de hombres ardientes, turistas provenientes de todo el planeta, perdieran el control en la gran fiesta de la masculinidad que es un Mundial. Se habían preparado.

No sólo habían luchado por mantenerse en excelente forma física y lucirse ante los clientes extranjeros. Además de eso habían aprendido nuevos idiomas. Tomaron clases de inglés, de español, practicaron ritos de otras naciones. Estaban listas. Pero el calor que ha generado el Mundial no ha sido suficiente. El erotismo está en declive.

Este fenómeno ocurrió notoriamente en ciudades menos llamativas como, por ejemplo, Belo Horizonte. Ahí, algunas prostitutas consultadas, reconocieron que el Mundial no les cambió la existencia. A lo sumo, dijeron, el ímpetu de algunos colombianos ha salvado la economía del mes.

En Río de Janeiro, la capital del Mundial de Brasil, el epicentro social del evento, las prostitutas han tenido mayor clientela.

Pero nunca como imaginaron que iba a ocurrir. Destacan a los ingleses como los clientes más destacados. A los belgas, como los más alegres. A los rusos, como los más serios. A los argentinos, como los más gritones. Y a los chilenos, en esta clasificación internacional, los ubican como dulces y bastante poco despilfarradores. Las prostitutas comentan que casi todos los clientes que las visitan han acudido borrachos a consumar el servicio. No han tenido amantes extraordinarios. Y el Mundial les ha parecido un caos.

En Sao Paulo el escenario es aún peor. Las prostitutas no han sufrido un alza en clientela. Incluso, muchas han optado por cambiarse de lugar por este mes e ir a buscar hombres a los lugares más protagónicos del Mundial. Quizás allá encuentren calor. J